7- La sabiduría ecléctica Parte 10

 


7- La sabiduría ecléctica Parte 10

El regalo del delfín

Inundada de alivio, me relajé, abrazándome a él. Tuve la sensación de que el delfín me tranquilizaba, me daba seguridad, y de que, al ir llevándome hacia la superficie, me sanaba. Los calambres desaparecieron mientras ascendíamos y sentí que, gracias a la seguridad que me ofrecía el delfín, me relajaba; pero lo más importante era la sensación de curación. Ya en la superficie, mi salvador me llevó hacia la costa, hasta una zona tan poco profunda que empezó a preocuparme la idea de que el delfín se quedara varado. Lo empujé un poco para que volviera a buscar más profundidad y allí se quedó, esperando, observándome... para ver si todo estaba bien, me imagino.

Sentí que estaba en otra vida. Cuando me despojé del cinturón de lastre y del tanque de oxígeno, terminé por quitarme todo y, desnuda, volví al océano y nadé otra vez hasta el delfín. Me sentía tan ligera, tan libre, tan viva, que sólo quería jugar más con el agua y el sol, con total libertad. El delfín volvió a adentrarme en el mar y se puso a jugar conmigo en el agua. Advertí que mar adentro había un grupo de delfines. Pasado un rato, mi nuevo amigo volvió a llevarme a la playa. En aquel momento me sentía muy cansada, a punto de desplomarme, y él se aseguró de que estaba sana y salva, de nuevo en la playa. El delfín se puso de costado, mirándome a los ojos. Así nos quedamos durante un rato que me pareció muy largo, un momento sin tiempo; yo estaba casi en trance y por mi cabeza desfilaban recuerdos de mi pasado personal. Después, él emitió un último sonido y fue a reunirse con los demás y, todos juntos, se alejaron.

Elizabeth Gawain


No hay comentarios.:

Publicar un comentario