ACÉRCATE SEDIENTO Parte 38


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 38

CUATRO: Morir para nacer

Aquella misma, supongo, que Jesús abrió treinta años antes. Tras despedirse y en un abrir y cerrar de ojos, vuelve a ser unido a su cuerpo y se despierta sobre una piedra fría en una tumba labrada en la ladera. La roca que tapaba la entrada ha sido quitada y Lázaro trata de moverse. Está envuelto como una momia, pero logra sentarse y salir caminando de la tumba al estilo de Frankenstein. La gente se queda mirando atónita.

Al leer el relato nos preguntamos: «¿Por qué Jesús lo dejó morir solo para llamarlo de vuelta al mundo?» Para demostrar quién controla el espectáculo. Para sacar de la manga el as que vence la baraja del cementerio. Para desplegar la fortaleza irresistible de Aquel que bailó sobre el cuello del diablo y se enfrentó cara a cara con la muerte al declarar: «¿Eso es lo que llamas un callejón sin salida? Pues yo lo llamo una escalera eléctrica». «¡Lázaro, ven fuera!»

Esas palabras sonaron también como práctica para el gran día de la resurrección, pues Él está preparando una evacuación de tumbas a escala mundial. «¡José, ven fuera!» «¡María, ven fuera!» «¡Fulano, ven fuera!» «¡Mengano, ven fuera!» Una tras otra tumba quedarán vacías. Lo que le sucedió a Lázaro también nos pasará a nosotros, solo que nuestra reunión de espíritu y cuerpo ocurrirá en el cielo y no en el cementerio de Betania.

Cuando esto suceda, cuando nuestros cuerpos terrenales y perecederos sean transformados en cuerpos celestiales que nunca morirán, en ese momento por fin se cumplirán las Escrituras: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1 Corintios 15.54-55). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 37

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 37

CUATRO: Morir para nacer

Cuatro días después del funeral es cuando Jesús al fin aparece y literalmente llama a su amigo con un «¡Lázaro, ven fuera!» Trata de imaginar lo que sintió Lázaro al oír esas palabras. Aquel Lázaro enviado desde el cielo donde había estado tan dichoso durante los últimos cuatro e inmensurables días. A estas alturas ya habría entablado amistades con otros santos. El rey David le habría mostrado su colección de arpas, Moisés le habría invitado a tomar té con maná. Elías y Eliseo le habrían dado un paseo en el carro de fuego. Daniel le habría prometido un león de la historia bíblica y Lázaro casi se dispone a visitarlo cuando oyó la voz que resonó por toda la ciudad celestial. «¡Lázaro,ven fuera!» Todos allí conocen esa voz. Nadie pregunta ¿y quién fue ese? Los ángeles se quedan quietos, mientras los habitantes de la ciudad santa se fijan en el chico de Betania y alguien dice: «Parece que el deber te llama otra vez por esos lados».

Lázaro no duda del llamado. El pasaporte celestial viene acompañado de comprensión perfecta. Tampoco objeta el llamado, pero si así lo hubiera hecho, ¿quién le habría amonestado? Su cuerpo celestial no sabe de fiebre, su futuro está libre de todo temor, vive en una ciudad carente de candados, prisiones y antidepresivos. Como el pecado y la muerte no existen, los predicadores, los doctores y los abogados están en plena libertad para adorar a Dios. ¿Culparía alguien a Lázaro por reaccionar al llamado diciendo: «Si no es indispensable, no me hagan volver allá, por favor»? No obstante Lázaro se abstiene de cuestionar el mandato, al igual que todos los demás. Los viajes de regreso han sido bastante frecuentes en los últimos días. La hija del jefe de la sinagoga, el joven de Naín y ahora Lázaro de Betania. Lázaro se dirige a la puerta de salida que solo se usa en muy raras ocasiones. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 36




 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 36

CUATRO: Morir para nacer

A excepción de tres años, Florence vivió acobardada frente al titán de la muerte. Se volvió famosa durante esos años en el frente de batalla de la guerra de Crimea, no por haber sufrido sino por brindar amistad y cuidado a los que sufrieron. Florence Nightingale pasó a la historia como la enfermera más famosa, pero vivió la mayor parte de su existencia como una esclava de la muerte.

¿Qué decir de ti? ¿El temor a la muerte te roba el gozo de vivir? Si es así, ¡vive! Después de todo, Jesús vino para «librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre» (Hebreos 2.15). La muerte opera dentro de la jurisdicción que Dios le ha señalado y los forenses le rinden cuentas. «Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven» (Romanos 14.9). Tu muerte puede tomarte por sorpresa y entristecer a mucha gente, pero en el cielo no se sabe de muertes a destiempo: «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas» (Salmo 139.16).

Dios nos distribuye y asigna días como el encargado de una tienda que recibe y dispensa monedas y billetes. Para todos los que dudan de su poder, Jesús tiene tres palabras: «¡Lázaro, ven fuera!» (Juan 11.43). Si la Biblia tuviera una lista de los muertos más famosos, Lázaro iría a la cabeza. Vivió en Betania, una aldea apacible cerca de Jerusalén. Jesús pasó bastante tiempo allí. Tal vez le gustaba la cocina de Marta o la devoción de María, pero algo sí es seguro: Consideraba a Lázaro como un amigo querido. La noticia de su muerte motiva a Jesús a decir: «Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle» (Juan 11.11). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 35

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 35

CUATRO: Morir para nacer

Nadie se exime de esta realidad y tú, al igual que todos los hijos de Dios, vives a un solo suspiro de distancia de tu propio funeral. Por supuesto, desde la perspectiva de Dios esto no debería entristecernos. Él responde a tales hechos graves y funestos con esta noticia grandiosa: «Mejor el día de la muerte que el día del nacimiento» (Eclesiastés 7.1). Esto es lo que hace la diferencia. El cielo disfruta una reacción tipo «pabellón de maternidad» con los funerales. Los ángeles observan los entierros de la misma manera en que los abuelos esperan que se abran las puertas de la sala de partos. «¡Va a salir de ahí en cualquier momento!» Les cuesta esperar al recién nacido que está pronto a llegar. Mientras nosotros vamos en la carroza fúnebre vestidos de negro, ellos cuelgan ribetes rosados y azules y se reparten confites. Nosotros no nos lamentamos cuando entra un nuevo bebé al mundo. Asimismo, las huestes celestiales no lloran cuando lo dejamos atrás.

Oh, cuántos de nosotros temblamos al pensar en la muerte. ¿Sientes esa aprehensión? ¿Tienes miedo de morir? ¿Se roba ese miedo el gozo de tu vida? Puede ocurrir así, como le sucedió a una joven llamada Florence. Al cumplir treinta y siete años informó a sus amigos que su vida pendía de un hilo que podría romperse en cualquier momento. Por eso decidió meterse a la cama, y quedó allí confinada ¡durante cincuenta y tres años! Su declaración de muerte demostró ser verdadera, porque sí murió, solo que a los noventa años de edad. Los doctores no encontraron causa médica. Los que la examinaron se alejaron de su lecho de muerte sin saber qué decir. Casi todos la habían diagnosticado como una hipocondríaca sin esperanza que temía la muerte y vivía obsesionada por su inminencia. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 34

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 34

CUATRO: Morir para nacer

Sin embargo, nadie la puede evadir para siempre. En una de las meditaciones sobre la muerte, la Biblia ofrece algunos hechos funestos: Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico; sus vasijas estarán llenas de leche, y sus huesos serán regados de tuétano.

Y este otro morirá en amargura de ánimo, y sin haber comido jamás con gusto. Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán (Job 21.23- 26). Eclesiastés 8.8 también le levanta el ánimo a cualquiera: «No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee».

Esto nos angustia porque nos gustaría tener no solo voz sino también voto en cuanto a nuestra muerte. ¿No podría Dios ofrecernos una lista de fechas opcionales para elegir el día de nuestra partida? Casi todos solicitaríamos el paquete de cien años con salud excelente seguidos por una siesta prolongada tras la cual despertaríamos en el cielo.

Sin embargo, Dios no ha delegado a nadie su agenda para el manejo de esas fechas tan importantes. Por razones no divulgadas, Él toma esas decisiones sin requerir nuestro consentimiento. Por supuesto, aunque la fecha de tu muerte no ha sido revelada, sí está confirmado que es inevitable. «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9.27). El escalador de Utah no es el único en llegar a esa encrucijada de vida o muerte en aquel callejón sin salida. «¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?» (Salmo 89.48). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 33


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 33

CUATRO: Morir para nacer

La improvisada cuchilla estaba con tan poco filo que «ni siquiera me cortó los vellos del brazo», pero él persistió en la amputación. Después contó a los reporteros, «me demoré como una hora». No trates ni siquiera de imaginar los sonidos producidos durante ese lapso cruento de sesenta minutos, si yo me siento desmayar cuando la enfermera se demora diez segundos en sacarme sangre. Ralston por fin se soltó del peñasco y ahora le esperaba el reto de encontrar a seres humanos. Se arrastró por una cuesta de 60 metros, bajó con soga (recuerda, con un solo brazo) por una pared de 30 metros, y luego caminó 10 kilómetros. Solo después de tal peripecia se encontró con unos turistas holandeses que, sin lugar a dudas, recibieron a cambio de su dinero mucho más que lo prometido por su agente de viajes. Ralston nunca ha presumido de valiente, y siempre ha explicado el asombroso escape como «una cuestión pragmática".

Pragmático, sin lugar a dudas. Llegó a un callejón sin salida, donde a mano derecha le esperaba la muerte y, sin mano derecha, la vida. Al verse enfrentado con esa decisión aterradora, optó por la vida. ¿Haríamos nosotros lo mismo? Lo cierto es que hacemos todo lo posible por evitar la muerte, que se ha convertido en el enemigo público número uno. Siempre hay que ponerse el cinturón de seguridad, dormir más, hacer ejercicio frecuente, comer alimentos más saludables, ingerir más proteína y menos cafeína, más vegetales y menos carbohidratos. Esquivar la sombra de la muerte es el tema dominante de nuestros tiempos. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 32


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 32

CUATRO: Morir para nacer

¿Qué harías con tal de evitar la muerte? Si llegaras a oír los pasos del jinete de capa negra que cabalga con una hoz en la mano, ¿qué precio te dispondrías a pagar por una prolongación de tu vida? ¿Quizá darías tu mano derecha? 

Aron Ralston lo hizo. El aventurero de veintisiete años escala las montañas rocosas en los Estados Unidos como si se tratara de un peregrinaje religioso. Ya ha conquistado cuarenta y cinco cimas solo, todas durante el invierno y la mayoría a medianoche, tras haber empezado en la madrugada. Para él no era novedad vivir al borde del precipicio día tras día, pero ¿qué le habría parecido la idea de quedar atrapado bajo un peñasco de cuatro toneladas? Ya se disponía a descender uno de tantos y dejarlo atrás cuando de repente la roca cambió de posición y dejó su mano derecha atascada contra la pared del barranco en un cañón remoto de Utah. El escalador experimentado empujó la roca con su hombro y hasta la trató de romper con su cuchillo. También intentó levantarla con sus lazos y poleas, algo obviamente imposible. El peñasco no se movió un milímetro. Después de cinco días, ya sin agua ni comida y oscilando entre períodos de profunda depresión y visiones de los buenos tiempos con sus amigos y familiares, tomó una decisión pasmosa que hace temblar a cualquiera. Decidió cortar su mano derecha.

«Se me ocurrió que si lograba romper mis huesos entre el codo y la muñeca, donde estaban atrapados, podría quedar en libertad», declaró después a los medios. «Primero logré partir el radio y unos minutos después el cúbito». A continuación, con una herramienta multiusos, de esas baratas que se consiguen en oferta especial, el escalador empezó a cortar su propia piel y carne. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 31

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 31

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Su brazo cayó sobre la bandeja del té que llevaba la criada y la tetera salió volando hasta pegar contra la pared, donde su contenido dejó una mancha indefinida de color marrón. El dueño de la posada examinó el daño y se lamentó: «Voy a tener que volver a pintar toda la pared». «Tal vez no», sugirió un extraño. «Permítame trabajar en la pared». Como no tenía nada que perder, el propietario aceptó la singular oferta. El hombre sacó lápices, pinceles, óleos y pigmentos de su maletín de artista. Trazó unas líneas alrededor de las manchas y aplicó sombras y colores entre las salpicaduras de té. Después de un tiempo, empezó a surgir una imagen definida: Un gamo de cornamenta formidable. El hombre puso su firma en la parte de abajo, pagó su comida y se fue. Su nombre: Sir Edwin Lanseer, famoso pintor de la vida silvestre. En sus manos, un error se convirtió en una obra maestra.

Las manos de Dios hacen lo mismo, una y otra vez. Él pinta encima y alrededor de los borrones dislocados de nuestra vida y los convierte en una expresión hermosa de su amor. Llegamos a convertirnos en obras maestras por «las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros» (Efesios 2.7). ¿Quién determina tu identidad? ¿Qué te define? ¿El día en que te estrellaste contra la pared? ¿O el día en que fuiste llevado a la mesa del Rey? Recibe la obra de Dios. Bebe hasta el fondo de su manantial de gracia. A medida que la gracia llega a lo profundo de tu alma, Lodebar se convertirá en un punto en el espejo retrovisor. Los días tenebrosos nunca más definirán quién eres. Ahora estás en el palacio. Además, ahora sabes qué decir a los hermanos mayores del mundo. Ya no es necesario afanarse por mantener limpia una túnica ni seguir reglas para portar un anillo. Tus obras no te salvarán y tus obras tampoco te mantienen salvo. La gracia sí. La próxima vez que el hermano mayor empiece a gruñir más fuerte que un par de perros rabiosos, afloja tus sandalias, ponte el anillo en el dedo que quieras y cita al apóstol de la gracia que dijo: «Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Corintios 15.10).  


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 30

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 30

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Sumérgete y deja que tu alma se refresque en el profundo pozo de este pasaje bíblico. La próxima vez que soplen los vientos áridos del desierto que te definen conforme a las luchas y debilidades de ayer, extiende tu mano para tomar la copa de gracia de Dios y bebe sin detenerte. La gracia define quién eres. El padre a quien no puedes agradar está tan equivocado como el tío bonachón y alcahuete al que nunca puedes defraudar. La gente no tiene soberanía, solo Dios la posee en absoluto. Según Él, tú eres suyo. Punto. «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2.10).

Imagínate que Mefiboset hubiera visto este versículo. Imagina que alguien en aquel tiempo en Lodebar le hubiera dicho: «No te desalientes, amigo, sé que no puedes danzar ni correr. Otros patean el balón mientras tú te quedas mirando por la ventana, pero escúchame, Dios fue quien escribió tu historia. Él te ha puesto de protagonista en su drama. De aquí a tres mil años tu historia será una bella ilustración de la gracia divina para los lectores del siglo veintiuno». ¿Le habría creído? No sé, pero mi oración es que tú lo creas. Tú formarás parte de la exhibición de obras maestras de Dios, como testimonio imperecedero en su galería de la gracia. Hace más de cien años, unos pescadores departían en el comedor de una posada junto al mar en Escocia, intercambiando anécdotas de pesca. Uno de ellos hizo grandes gestos para describir el tamaño de un pez que había escapado. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 29

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 29

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Sin embargo algo sucede, como a la Cenicienta en el cuento de hadas. Los hombres del rey golpean en tu puerta en Lodebar. Te suben a una carroza y te llevan a la presencia del rey mismo. Te imaginas lo peor y empiezas a orar para que no te toque con un roncador en la celda, pero los criados no te dejan tirado en la cárcel. Te llevan a la mesa del rey y te restriegas los ojos para leer bien la inscripción que lleva tu nombre. «Mefiboset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey» (2 Samuel 9.11). Charles Swindoll ha compuesto una galaxia entera de párrafos preciosos, pero mi favorito corresponde a esta escena imaginaria en el palacio de David.

Los adornos de oro y bronce brillan desde su ubicación armoniosa en las paredes. Los techos majestuosos de madera coronan cada aposento espacioso. David y sus hijos se reúen para la cena vespertina. Absalón, bronceado y apuesto, está allí al igual que la bella hija de David, Tamar. Se hace la llamada final y el rey examina el recinto para ver si todos está presentes. Solo falta uno. Paso, arrastre, paso, arrastre. El sonido que viene del corredor hace eco en el comedor. Paso, arrastre, paso, arrastre. Por fin aparece el convidado junto a la puerta, quien procede con lentitud a colocarse en su asiento. Es el lisiado Mefiboset, sentado por gracia y misericordia en la mesa de David. El mantel de la mesa cubre sus pies, y ahora puede empezar el banquete real. De Lodebar al palacio, de la ignominia a la grandeza, del pasado sin futuro a la mesa del rey. Fue un cambio bastante radical para Mefiboset que nos ayuda a recordar nuestra situación porque él ejemplifica nuestro viaje por esta vida. Dios nos sacó del callejón sin salida de Lodebar y nos sentó en su mesa: «...Nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (Efesios 2.6). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 28

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 28

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Como recordarás, los filisteos derrotaron militarmente a Saúl. Cuando se disipó el humo de la batalla, David procuró extender misericordia a los descendientes de Saúl. Un siervo llamado Siba se acordó de uno: «Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies» (v. 3). Ni siquiera recibió un nombre propio, solo la descripción del dolor que caracterizó su existencia. Un capítulo previo revela el infortunio. Cuando llegó la noticia sobre las muertes de Saúl y Jonatán a la ciudad capital, una madre nodriza en la casa de Jonatán tomó a su hijo de cinco años y huyó. No obstante, en su fuga tropezó y lo dejó caer, por lo cual el niño quedó lisiado de ambos pies.

¿A quién acude un niño en esa condición? No puede caminar. No puede trabajar. Su padre y su abuelo han muerto. ¿Qué puede hacer el nieto inválido de un líder fracasado? ¿Qué decir de Lodebar? Suena como un lugar olvidado y abandonado a su suerte. Como unos pueblos en los Estados Unidos con nombres deprimentes como Sin Árboles en Texas, Maleza en Oregon o Lamido Francés en Indiana. Un lugar apropiado para Mefiboset. Le pusieron un nombre más largo que su brazo. Lo dejaron caer al piso como un melón que se sale de una bolsa de papel. ¿Qué tan bajo puede caer uno? Tanto como para terminar viviendo en el sector más pobre y decadente de Lodebar.

¿Será que conocía bien las calles? Después de haberse arrastrado tanto tiempo, seguro que sí. Este hombre no solo cayó al piso sino en la ruina y el anonimato, fue sacado de la nómina del equipo y reemplazado por otro. Fue dejado en un orfanato y tuvo que defenderse como pudo de los que le menospreciaban. Así es la gente, de nombres no se acuerdan, pero sí del dolor. «Ah sí, él es el alcohólico». «Sí la recuerdo, la viuda aquella». «¿Te refieres a la mujer divorciada de no sé dónde?» «No, debe ser la de Lodebar». Uno tiene que vivir con esos rótulos. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 27

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 27

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2.4-9). Mira cómo nos define la gracia. Nosotros estamos:

• vivos espiritualmente: «nos dio vida» (v. 5) • ubicados en el cielo: «nos hizo sentar en los lugares celestiales» (v. 6) • conectados a Dios: «juntamente con Cristo Jesús» (v. 6) • desplegando su misericordia: «para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros» (v. 7) • seguros para siempre: «por gracia sois salvos» (v. 8)

La gracia te define. A medida que la gracia se incorpora y penetra en tu ser, las etiquetas terrenales se desvanecen. La sociedad te rotula como una lata en línea de ensamblaje. Estúpido. Improductivo. Lento para aprender. Charlatán. El que se da por vencido. Tramposo. La gracia se infiltra y las críticas se desvanecen. Tú sabes que no eres quien ellos dicen. Tú eres quien Dios dice que eres. Vivo, espiritual, ubicado en el cielo, conectado al Padre, una demostración real de la misericordia divina y un heredero legítimo.

Por supuesto que no todos los rótulos son negativos. Algunos en el mundo te consideran una persona atractiva, inteligente, exitosa o eficiente. Sin embargo, ni siquiera el puesto máximo de la Casa Blanca se podría comparar con el honor de estar sentado «en los lugares celestiales con Cristo Jesús». La gracia es lo que crea la hoja de vida del cristiano. Por cierto fue así como sucedió en el caso de Mefi-boset, cuya vida fue radicalmente restaurada. Después de asumir el trono de Saúl, David preguntó: «¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?» (2 Samuel 9.1). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 26

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 26

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Hasta la iglesia de Jerusalén, aquella congregación ejemplar y representativa, oyó las invectivas monótonas de la «junta de control de calidad religiosa». A los creyentes no judíos se les decía: «Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos» (Hechos 15.1). Las iglesias sufrieron de la misma enfermedad, que podría llamarse bloqueo de las arterias de la gracia. Esta anomalía se origina al creer que si bien el Padre puede otorgar entrada al hogar celestial, uno tiene que ganarse su lugar en la mesa. Dios paga la cuota inicial de tu redención, pero a ti te corresponde pagar las mensualidades. El cielo te garantiza la lancha, pero a ti te toca remar si quieres llegar algún día a la otra orilla.

Bloqueo de la gracia. Te permite saborearla, mas no beberla. Moja tus labios, pero no puedes saciar tu sed. ¿Puedes imaginar una fuente de agua que tuviera esas instrucciones de uso? El aviso diría: "Absténgase de tragar. Llene su boca pero no su estómago". Qué absurdo. ¿De qué sirve el agua si no la puedes ingerir? ¿De qué sirve la gracia si no le permites llegar a lo profundo y recóndito de tu ser? ¿Qué imagen describe con más exactitud la condición de tu corazón? ¿La de un niño rozagante y sano que juguetea en una cascada, o la de un espino del desierto? Para saberlo con certeza, hazte una pregunta. ¿Te define la gracia de Dios? La gracia que fluye en lo profundo aclara de una vez por todas quiénes somos en realidad.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 25


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 25

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

Demasiadas tareas. Mantener impecable la túnica, el anillo en su lugar y las sandalias presentables. ¿Quién podría cumplir todos esos requisitos? El mantenimiento de sus regalos empieza a volverse tarea enojosa para el joven, que ahora opta por evitar al padre a quien siente que no puede agradar. Deja de usar los regalos que no puede cuidar bien, y hasta empieza a añorar aquellos días más simples y entretenidos en la porqueriza. «Allá nadie me acosaba ni presionaba». Ese es el resto de la historia. ¿Te preguntas dónde lo encontré? En la página 1892 de mi Biblia, en el libro de Gálatas. Gracias a algunos hermanos mayores legalistas, los lectores de Pablo habían pasado de recibir la gracia a someterse a la ley. Su vida cristiana había alcanzado el nivel de gozo de una endoscopia gástrica. Pablo estaba desconcertado.

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo ... sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado (Gálatas 1.6-7; 2.16). En la iglesia de Roma también se habían infiltrado ladrones del gozo, y Pablo recordó a los creyentes: «Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia» (Romanos 4.5). Los cristianos de Filipos oyeron las mismas necedades. Los hermanos mayores no les dijeron que se pusieran el anillo en el dedo pulgar, sino que les insistieron en que debían circuncidarse para ser salvos (cf. Filipenses 3.2). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 24

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 24

TRES: Cuando la gracia actúa profundamente

«Bonita túnica, hermanito», le dice un día. «Más te vale no ensuciarla. Una sola mancha bastará para que papá te mande al río con las lavanderas». El hermano menor no le hace caso, pero la próxima vez que ve a su padre, examina con rapidez su vestidura para asegurarse de no tener manchas.

Unos cuantos días después el hermano mayor le hace advertencias en cuanto al anillo. —Qué joya tan bonita te dio papá. Para que sepas, él prefiere que la lleves puesta en el dedo pulgar. —¿El pulgar? Él no me dijo eso. —Hay cosas que se supone debes saber. —Pero no me entrará en el pulgar. —¿Qué te has propuesto, agradar a nuestro padre o asegurar tu comodidad?

—dice aquel supervisor ad hoc de la espiritualidad mientras se va por su camino. El hermano mayor no ha terminado. Con la pulcritud de un auditor financiero añade: —Si papá te viera con los cordones sueltos, te quitaría las sandalias. —No hará tal cosa. Fueron un regalo. Él no haría algo así, ¿verdad?

El otrora pródigo se agacha de inmediato para apretar su calzado y, al hacerlo, ve una mancha en su túnica. Mientras trata de limpiarla se da cuenta de que el anillo no está puesto en su pulgar, y es entonces cuando oye la voz de su padre. «Hola, hijo mío». Ahí queda el muchacho, con túnica manchada, sandalias flojas y anillo mal puesto. Sobrecogido por el temor, reacciona con un «perdóname papá», se da la vuelta y sale corriendo. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 23

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 23

TRES Cuando la gracia actúa profundamente

El hijo pródigo avanza lento por el sendero. Su hedor a cerdo obliga a que los transeúntes den un rodeo para evitarlo, pero él ni cuenta se da. Con los ojos pegados al piso ensaya su discurso: «Padre», empieza con voz casi inaudible, «he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser llamado tu hijo». Repite las frases mientras se pregunta si debería decir menos o más, o tal vez regresar a la porqueriza. Después de todo, había recibido su parte de la herencia y arrastrado el nombre de la familia. Durante el año anterior había despertado en su cama con más gargantas secas, resacas, jaquecas, mujeres y tatuajes que una estrella de rock. ¿Cómo podría perdonarle su padre? Quizá podría ofrecerme a pagar las tarjetas de crédito. Está tan enfocado en planear su penitencia que no alcanza a escuchar a su padre, ¡que viene corriendo hacia él!

El papá abraza al chico mugriento y nauseabundo como si fuera un héroe de guerra recién llegado del campo de batalla. Ordena a los sirvientes que le traigan el mejor vestido, un anillo y calzado fino, como para decir: «Ningún hijo mío puede verse como un sucio cuidador de pocilgas. Preparen un banquete y traigan bebidas, ¡es hora de celebrar en grande!» Entretanto, el hermano mayor se queda de pie en el pórtico y se mortifica. «Nadie hizo nunca una fiesta en mi honor», murmura con los brazos cruzados. El padre trata de explicarle, pero el hijo celoso no quiere oír razones.

Resopla y encoge los hombros, gruñe y expresa su rechazo por la forma gratuita de aquel perdón, se monta en su corcel de soberbia y deja una nube de polvo al irse. Claro, tú sabes todo esto porque has leído la parábola del padre lleno de bondad y perdón y el hermano lleno de envidia y resentimiento (véase Lucas 15.11-32). Ahora bien, ¿estás al tanto de lo que sucedió a continuación? ¿Has leído el segundo capítulo de la historia? Es fascinante. El hermano mayor decide aguar la fiesta del perdón. Si papá no quiere hacer justicia al chico, lo haré yo. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 22


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 22

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

Por supuesto, esto es algo que ellos no habrían podido escoger, pero en nuestro caso podemos hacerlo a través de Dios. Tú puedes seleccionar a tu padre espiritual. Puedes cambiar tu árbol genealógico pasando del de Adán al de Dios. Al hacerlo, Dios entra por completo en tu vida. Su capacidad de resistencia se convierte en tu resistencia. Su capa protectora llega a ser tuya. El pecado te podrá atraer, pero nunca te hará su esclavo. El pecado puede y con toda seguridad te tocará, te desalentará y te distraerá, pero no podrá condenarte. Cristo está en ti y tú estás en él, y «ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8.1). ¿Puedo animarte a confiar en esta verdad? Que tu oración constante sea esta: «Señor, recibo tu obra. Mis pecados son perdonados». Confía en la obra de Dios por ti. Después confía en la presencia de Cristo en ti. Bebe con frecuencia el agua refrescante de su pozo de gracia. ¡Necesitas recordar siempre que tus aflicciones no son letales! No vivas como si fueras un enfermo terminal. Hace unos años noté un temblor en mi pulgar izquierdo. Si extendía el brazo, empezaba a temblar. De inmediato me imaginé lo peor. Mi padre murió de la enfermedad de Lou Gehrig y me había llegado el turno. A la hora de consultar con un doctor, ya había preparado a mi esposa Denalyn para vivir como una viuda joven.

El informe médico demostró mi equivocación. No se halló enfermedad alguna. La peculiar condición se debía a factores como la cafeína, el estrés o algo genético, pero el doctor me confirmó: «Usted no tiene esclerosis, más bien goza de buena salud general». Tras recibir la noticia hice lo que era de esperarse. Empecé a llorar y pregunté: «Doctor, ¿cuánto tiempo me queda de vida?» El doctor sacudió la cabeza, desconcertado. «¿Podría ayudarme por favor a darle la mala noticia a mi esposa?» El doctor seguía sin responder. Supuse que estaba muy afligido por mí, así que le di un abrazo y salí del consultorio. De inmediato fui a un almacén de equipos médicos y compré una silla de ruedas y una camilla, también pregunté sobre suministro de cuidados médicos en la casa. Llamé a Denalyn y le dije que tenía malas noticias. Espera un momento, ¿acaso no oíste lo que te dijo el doctor? Entonces me pregunté a mí mismo, ¿No escuchaste lo que te dijo Dios en su Palabra? ¡Cristo mora en ti! «La sangre de Jesucristo... nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1.7). ¿Por qué entonces se ve tanta culpabilidad en nuestro rostro? ¿Por qué tanto remordimiento? ¿Por qué la sombra de la vergüenza? ¿No deberíamos vivir con sonrisas y brillo en los ojos? ¿Sabes de dónde salió esa reacción en el consultorio en cuanto a mi pulgar tembloroso? La inventé. Con toda honestidad, le di la mano al doctor, una sonrisa a la recepcionista y llamé a Denalyn con las buenas nuevas. Ahora, cada vez que veo temblar ese pulgar, lo atribuyo a un cuerpo decadente y pongo mi confianza en las palabras del doctor. Haz tú lo mismo. Así como mi pulgar tiembla de vez en cuando, también tú pecarás de forma ocasional. Cada vez que lo hagas, recuerda: El pecado puede tocarte, pero no puede absorberte ni reclamarte. ¡Cristo está en ti! Confía en su obra por ti. Él tomó tu lugar en la cruz. Además, confía que su obra está en ti. Tu corazón es su hogar, y él es tu maestro.


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 21

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 21

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

«Ya no vivo yo», explicó Pablo, «mas vive Cristo en mí» (Gálatas 2.20). O como dijo a una iglesia: «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?» (1 Corintios 3.16). En la salvación, Dios entra al corazón de sus otros adanes y sus otras evas. Él se instala en forma permanente dentro de nosotros. Es muy grandioso lo que esto significa. Cuando Dios vive y respira en uno (tal como lo hizo con Jesús), uno es librado de su vida muerta: "si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales" (Romanos 8.11).

Permíteme mostrar cómo funciona esto. Tuvieron que pasar trescientos años para que la plaga negra llegara a la aldea pintoresca de Eyam, Inglaterra. George Viccars, un sastre, abrió un paquete enviado desde Londres. Era la tela que había mandado traer, pero al abrirla y sacudirla, esparció unas pulgas infectadas por la plaga. En solo cuatro días cayó muerto y la aldea quedó condenada. Sin egoísmo alguno, los aldeanos se sometieron a sí mismos a cuarentena para proteger las regiones aledañas. Otras aldeas enterraron alimentos en un campo abierto y dejaron que los habitantes de Eyam murieran solos y sin ayuda. Sin embargo, para asombro de todos, muchos sobrevivieron. Un año más tarde, cuando algunos forasteros visitaron de nuevo la región, descubrieron que la mitad de los residentes habían resistido la enfermedad. ¿Cómo lo lograron? Habían tocado la plaga. La habían respirado. Una madre sobreviviente había enterrado a seis hijos y su esposo en el transcurso de una semana. El sepulturero había tocado a cientos de cadáveres infectados pero no había muerto. ¿Por qué no? ¿Cómo sobrevivieron?

Herencia. A través de estudios del ADN de los descendientes, los científicos encontraron indicios de un gen que bloquea la enfermedad. Este gen atrinchera los glóbulos blancos de la sangre de tal modo que impide el acceso de la bacteria. En otras palabras, la plaga podía entrar en contacto con el organismo de esas personas pero no matarlas. Por eso un segmento de la población que vivió sumergido en un océano infeccioso sobrevivió sin ser afectado. Todo porque tuvieron ancestros sanos. ¿Cuál fue el secreto para sobrevivir la plaga negra? Pertenecer al linaje correcto. 

Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 20


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 20

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

La calamidad más grande de la vida, desde el punto de vista de Dios, es que la gente muere en pecado. Cristo advirtió en una sentencia: «Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis» (Juan 8.24). Olvidémonos de terremotos o depresiones macroeconómicas. El desastre más grande es llegar a la tumba con nuestros pecados. El cielo no puede concebir una tragedia mayor y el cielo no podría ofrecer un don mayor que este: «Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios» (1 Pedro 3.18). ¿Qué pasaría si un obrador de milagros hubiera hecho algo comparable con la plaga negra? Imagina a un hombre que naciera con resistencia a la bacteria bubónica y que esta no pudiera penetrar su sistema a menos que él así lo permitiera. Por increíble que parezca, esto es exactamente lo que decide hacer. Busca a los infectados y les hace esta oferta: «Toquen mi mano, entréguenme su enfermedad y reciban a cambio mi salud». Los castigados por la fiebre y las llagas no tienen nada que perder. Miran su mano extendida y ellos alargan las suyas para tocarla. Conforme a la palabra del hombre, la bacteria pasa de ellos a él. Por supuesto, el alivio de ellos supone la angustia de él. Su piel se llena de llagas y su cuerpo arde y pierde vigor. Mientras tanto, los sanados se recuperan y se llenan de asombro a medida que la enfermedad desaparece de su organismo. Nuestros libros de historia no cuentan un caso como el anterior, pero sí nuestra Biblia.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. (Isaías 53.5-6) Cristo respondió al pecado universal con un sacrificio universal, cuando asumió los pecados del mundo entero. Esta es la obra de Cristo por ti. Ahora bien, el cántico de salvación de Dios tiene dos estrofas. Él no solo tomó nuestro lugar en la cruz. Él toma su lugar en tu corazón. Esta es la segunda estrofa: la obra de Cristo en ti. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 19

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 19

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

En esto consiste el fruto horrendo del pecado. Si llevas una vida impía, solo podrás esperar una eternidad corrupta y sin Dios. Pásate la vida diciéndole a Dios que te deje en paz y Él lo hará, pero no será paz lo que tendrás. Él te concederá una existencia «sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Efesios 2.12). Jesús dará «retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tesalonicenses 1.8-9). Cristo no guarda secretos acerca del infierno. En su descripción se propuso confrontar al alma humana con su realidad terrible.

• Un lugar de tinieblas (Mateo 8.12) • Un fuego ardiente (Mateo 13.42) • Un lugar «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga» (Marcos 9.48) Los ciudadanos del infierno anhelan morir, pero no pueden. Ruegan por agua y nunca la reciben pues han sido traspasados a una noche sin aurora. ¿Qué podemos hacer al respecto? Si todos hemos sido infectados y el mundo está corrompido, ¿a quién acudimos? Como lo dicen las Escrituras: «¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16.30). La respuesta que nos ofreció entonces es la misma de ahora: "Cree en el Señor Jesucristo»,... (Hechos 16.31).

¿Por qué Jesús? ¿Por qué no Mahoma o Moisés? ¿José Smith o Buda? ¿Cuál es la calificación única de Jesús para salvaguardar a los enfermos y mordidos por la serpiente del pecado? La respuesta es divina: Cristo, Aquel que está libre de todo pecado, fue hecho pecado para que nosotros, los pecadores, pudiéramos ser contados sin pecado. «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Corintios 5.21). Cristo no solo se convirtió en la ofrenda de pecado al recibir la ira de Dios por el pecado de la humanidad, él conquistó el castigo por el pecado (la muerte) a través de su gloriosa resurrección de la muerte. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 18

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 18

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

Pagamos un alto precio por esa obsesión con nuestro ego. «Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios» (Romanos 8.8). A Dios no le agrada que lo ignoren. Pablo se refiere a los pecadores cuando describe a aquellos que... ...habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido… Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos (Romanos 1.21, 24).

Todos hemos visto el caos. El esposo que ignora a su esposa. El dictador que masacra a millones. Hombres pervertidos que seducen a los jóvenes y pequeños inocentes. Jóvenes que hacen propuestas indecentes a sus mayores. Cuando tú haces lo que quieres y yo hago lo que quiero y nadie se interesa en lo que Dios quiere, la humanidad se destruye a sí misma. La infección de un individuo conduce a la corrupción del resto de la población. Como Joseph Alleine escribió: «Cuán miserable eres, hombre, ¡en qué monstruo deforme te ha convertido el pecado! Dios te hizo un poco menor que los ángeles, y el pecado te ha hecho un poco mayor que los demonios». Si Dios es excluido, solo puede esperarse caos en la tierra y, lo que es peor, miseria eterna.

Dios lo ha dicho claramente. La plaga del pecado no podrá pasar por las puertas de su palacio. Las almas infectadas jamás recorrerán sus calles santas. «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios» (1 Corintios 6.9- 10). Los que usan y abusan de sí mismos y de la creación jamás serán ciudadanos del cielo porque Dios jamás negociará con ellos su pureza espiritual infinita. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 17

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 17

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

Cúlpese a la plaga bubónica causada por la bacteria Yersinia pestis. Cúlpese a la plaga del pecado propagada por las decisiones impías. Adán y Eva voltearon sus cabezas al oír el silbido de la serpiente e ignoraron a Dios por primera vez y fatal. Eva no preguntó: «Dios, ¿qué quieres?» Adán no sugirió: «Vamos a consultarlo con el Creador». Actuaron como si no tuvieran un Padre celestial. Optaron por ignorar su voluntad y así introdujeron al mundo el pecado y su compañera inseparable, la muerte. El pecado supone en últimas un mundo sin Dios. Tal vez pensemos que el pecado consista en errores de cálculo o pasos en falso, pero Dios lo ve como una actitud impía que conduce a acciones erróneas. «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isaías 53.6). La mente pecaminosa descarta a Dios y opta por no consultarle ni buscar su consejo. De la misma forma, decide no considerar con seriedad su plan. Los infectados por el pecado tratan a Dios con el mismo respeto que unos estudiantes adolescentes al profesor sustituto. Reconocen su presencia, pero no lo toman en serio.

La decisión de no enfocarnos en Dios nos lleva a centrarnos en nosotros mismos. El pecado celebra la exaltación del ego y proclama: «Es tu vida, ¿no es así? Bombea tu cuerpo con drogas, tu mente con avaricia y tus noches con placer». Los impíos llevan una vida dominada por el egoísmo, una vida infantil, una vida «en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos» (Efesios 2.3). Dios me dice que ame. Yo opto por odiar. Dios me enseña a perdonar. Yo opto por desquitarme. Dios me llama al dominio propio. Yo pretendo justificar mi libertinaje. Durante un tiempo, el pecado sacia la sed. Pero eso mismo hace el agua salada. Al poco tiempo, la sed vuelve y demanda satisfacción con más tenacidad y fuerza que antes. «Después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza» (Efesios 4.19, cursivas añadidas). Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 16


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 16

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

En octubre de 1347 una flotilla de Génova regresó del Mar Negro, llevando en su interior la sentencia de muerte para Europa. Tras el arribo de las embarcaciones a Mesina, Italia, la mayoría de los navegantes ya estaban muertos. Los escasos sobrevivientes desearon no haber quedado con vida. La fiebre sacudió con violencia sus cuerpos, cubiertos de llagas que ardían como volcanes en la piel. Las autoridades ordenaron que las embarcaciones fueran sacadas del puerto, pero ya era demasiado tarde. Las ratas infestadas de pulgas mortíferas habían descendido por las cuerdas en dirección a la aldea, y el dictador bubónico había emprendido su marcha inclemente a lo largo y ancho del continente. La enfermedad se propagó por las rutas comerciales que atravesaban Italia

con destino a Francia y las demás naciones del norte. Al llegar la primavera ya había atravesado la frontera de Inglaterra. En el corto lapso de cinco años brutales, veinticinco millones de personas, un tercio de la población europea, había muerto. Y ese era apenas el comienzo. Tres siglos más tarde seguía en pleno furor. Tan solo en 1665, una epidemia dejó a su paso unos cien mil londinenses muertos, enviando a la tumba siete mil vidas cada semana, hasta que un invierno crudo pero apiadado mató a las nefastas pulgas. Nunca se conoció una cura ni se ofreció alguna esperanza. Los sanos pusieron en cuarentena a los infectados aunque estos tenían los días contados.

Siempre que se haga una lista de los flagelos más devastadores de la historia, la plaga negra ocupará uno de los lugares más elevados, pero no el más alto. Esta enfermedad puede llamarse catastrófica y desastrosa, pero ¿acaso ha sido la más nefasta en contra de la humanidad? No. La Biblia tiene reservado ese título para una plaga más tenebrosa, una epidemia más antigua que al compararse con la plaga negra hace que parezca un simple herpes labial. Ninguna cultura puede evitar, ninguna nación puede escapar y ninguna persona puede esquivar la infección del pecado. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 15

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 15

UNO

El corazón deshidratado

Era el equivalente al vaticano en domingo de resurrección. Uno casi espera que el papa aparezca en el versículo siguiente. Están desplegados los símbolos religiosos como en una venta callejera: el templo, el altar, las trompetas y las túnicas adornadas. Él habría podido apuntar a cualquiera de esos símbolos como una fuente de hidratación espiritual, pero no lo hizo. Estos son símbolos simplemente. Él apunta a sí mismo, al que los símbolos apuntan y en quien se cumplen. La religión apacigua, pero nunca satisface. Las actividades eclesiásticas podrán ocultar la sed, pero solo Cristo la apaga. Bébelo a Él. Y bebe con frecuencia. Jesús emplea un verbo que alude a sorbos reiterados. En sentido literal, dice “venga a mí y beba y siga bebiendo”. Un solo sorbo no apagará tu sed. Los sorbos regulares sacian las gargantas sedientas. La comunión incesante satisface a las almas sedientas.

Para tal fin, te ofrezco esta herramienta: una oración para el corazón sediento. Llévala como el ciclista lleva su botella de agua. La oración incluye cuatro líquidos esenciales para la hidratación del alma: la obra de Dios, la energía de Dios, su señorío y su amor. Señor, vengo sediento. Vengo a beber, a recibir. Recibo tu obra en la cruz y en tu resurrección. Mis pecados son perdonados y mi muerte es derrotada. Recibo tu energía. Revestido de poder por tu Espíritu Santo, puedo hacer todas las cosas por medio de Cristo, que me fortalece. Acepto también tu señorío. Yo pertenezco a ti. Nada viene a mí sin haber pasado primero por ti. Recibo asimismo tu amor. Nada puede separarme de tu amor.

¿Acaso no necesitas sorbos frecuentes de la represa de Dios? Yo sí. Le he ofrecido esta oración en un sinnúmero de situaciones: reuniones angustiosas, días insulsos, recorridos extensos, viajes exigentes, decisiones que someten a prueba el carácter. Muchas veces al día voy al manantial subterráneo de Dios y a cambio de mi pecado y muerte recibo de nuevo su obra, la energía de su Espíritu, su señorío y su amor. Bebe conmigo de su pozo sin fondo. No tienes que vivir con un corazón deshidratado. Recibe la obra de Cristo en la cruz, la energía de su Espíritu, su señorío sobre tu vida, su amor inextinguible e infalible. Bebe hasta lo profundo y bebe con frecuencia, así fluirán de ti ríos de agua viva.


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 14

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 14

UNO

El corazón deshidratado

¿No necesitas ya una porción de agua fresca? ¿No anhelas librarte del temor, la ansiedad y la culpa? Puedes hacerlo. Nota los destinata-rios de su invitación. «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (v. 37, cursivas mías). ¿Eres tú alguno? En ese caso, acude a la cisterna porque calificas para recibir su agua. Son bienvenidas todas las edades y tanto hombres como mujeres de todos los tiempos. Ninguna raza se excluye. Hampones. Malandrines. Truhanes y pillos. Todos son bienvenidos. No tienes que ser rico para beber, ni religioso ni exitoso. Tan solo necesitas seguir las instrucciones acerca de qué, o mejor dicho, quién has de beber: Él. A fin de que Jesús haga lo que hace el agua, debes permitirle penetrar tu corazón. Hasta el fondo, muy dentro y profundo.

Tómalo. Interiorízalo. Dale la bienvenida en los rincones más recónditos de tu vida. Deja que Cristo sea el agua de tu alma. ¿Cómo se logra esto? Empieza por hacer caso a tu sed. No pases por alto tu sensación de soledad. No niegues tu rabia. Tu espíritu inquieto, tu estómago que se retuerce, la sensación de incertidumbre que te hace sudar por todos los poros, estos son los síntomas y las señales que no debes ignorar. ¡Necesitamos ser hidratados en nuestro interior! No dejes que tu corazón se vuelva una pesa de uva. Por el bien de aquellos que necesitan tu amor, ¡hidrata tu alma! Obedece a tu sed.

También debes beber agua sana. No masticas tierra ni tragas piedras. ¿Acaso tomas plástico, papel o pimienta? ¡De ningún modo! Cuando de sed corporal se trata, hemos aprendido a usar los productos correctos. Haz lo mismo por tu corazón. No todo lo que pongas en tus labios te saciará la sed. Los brazos del amor prohibido pueden satisfacer por un tiempo, pero solo un tiempo. Las semanas laborales de ochenta horas dan cierto sentido de realización, pero nunca quitarán la sed del alma. Ten mucho cuidado con las botellas que tienen la etiqueta de “religión”. Jesús lo tuvo. Observa en qué situación decide pronunciarse. No está hablando a prostitutas ni a belicosos, tampoco a presos ni alumnos en un reformatorio. No, se dirige a los observantes y a los asistentes fieles a una convención religiosa. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 13

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 13

UNO

El corazón deshidratado

Exclamó porque le quedaba poco tiempo. Los granos de arena en su reloj casi podían contarse. En seis meses tendría que arrastrar una cruz por esas mismas calles. ¿Y la gente? La gente moría de sed. Necesitaban agua, no para sus gargantas, sino para sus corazones. Por eso Jesús lanzó su invitación: ¿Han empezado a marchitarse en su interior? Beban de mí. Lo que el H2O puede hacer por tu cuerpo, Jesús lo hace por tu corazón. Lubricarlo. Hidratarlo. Ablandar lo endurecido y enjuagar lo oxidado. ¿Cómo?

Así como el agua, Jesús llega a donde nosotros no podemos. Si se lanza a una persona contra una pared, su cuerpo se estrella y cae. Si echamos un balde de agua en una pared, el líquido se conforma y cubre la superficie. Su composición molecular da al agua gran flexi-bilidad. En un momento dado se separa y entra por una ranura, al rato se aglutina y resuena como un trueno al bajar por las cataratas Victoria. El agua llega donde nosotros no podemos. Así también Jesús. Él es espíritu y, si bien tiene un cuerpo, no está limitado a un cuerpo. De hecho, Juan explica «ríos de agua viva» así : «Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él» (Juan 7.39). El Espíritu de Jesús baja por la garganta de tu alma mientras deshace los temores y lava los remordimientos. Él hace por tu alma lo que el agua hace por tu cuerpo y somos bienaventurados porque ni siquiera tenemos que darle instrucciones al respecto.

Nadie le da instrucciones al agua, ¿o me equivoco? Antes de tomarla, ¿miramos el líquido y le decimos «necesito diez gotas en la vesícula y cincuenta en el sistema cardiovascular. El resto diríjase a mi cabeza porque hoy me pica bastante por esos lados». No, de alguna manera el agua sabe a dónde debe ir. Jesús también lo sabe. Él no necesita tus instrucciones, solo tu permiso. Como el agua, Jesús no entrará si no optas por ingerir y tragar. Eso es, debemos entregarnos voluntariamente a su señorío. Puedes meterte hasta el cuello en el río Colorado y sin embargo morir de sed. Hasta que te decidas a beber, el agua no te dará beneficio alguno. A menos que bebas de Cristo, seguirás siempre sediento. Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 12

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 12

UNO

El corazón deshidratado

¿Cambios de ánimo? Todos pasan días grises y sábados tristes. ¿Acaso no son inevitables esas emociones? Sí que lo son, pero ¿ son inextinguibles? De ningún modo. Considera los dolores de tu corazón, no como luchas que debes soportar, sino como una sed interna que necesitas saciar. La prueba misma de que algo en tu interior ha empezado a marchitarse. Trata tu alma como tratas tu sed. Toma sorbos grandes. Absorbe el líquido. Inunda tu corazón con una buena dosis de agua. ¿Dónde hallas agua para el alma? Jesús dio una respuesta cierto día de octubre en Jerusalén. La gente había llenado las calles para la representación anual del milagro del agua que salió de la roca por medio de Moisés. En honor de sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos. Como tributo a la corriente del desierto, derramaban agua. Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo. Hacía esto una vez cada día, durante siete días. En el último, el gran día de la fiesta, el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas llenas de agua. Pudo haber sido en ese mismo momento cuando un rabino rudo de las tierras norteñas convocó la atención del pueblo. «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (Juan 7.37-38).

Sacerdotes vestidos con túnicas finas dieron la vuelta para mantenerse a distancia. La gente sorprendida se quedó mirando. Niños con ojos bien abiertos y abuelos desdentados quedaron inmóviles. Ellos conocían a este hombre. Lo habían oído predicar en las colinas hebreas, otros en las calles y las aldeas. Dos años y medio pasaron desde que había ascendido de las aguas del Jordán. La multitud había visto antes a ese carpintero.  ¿Acaso lo habían visto hablar con tal intensidad? Él «se puso en pie y alzó la voz». La postura tradicional de los rabinos al enseñar era sentarse y hablar con calma, pero Jesús se levantó y clamó a gran voz. El hombre ciego dio voces al clamar por su vista (Marcos 10.46-47). Pedro al hundirse gritó para pedir auxilio (Mateo 14.29-30). El ende-moniado también gritó, rogando misericordia (Marcos 5.2-7). Juan usa el mismo verbo griego para describir el volumen en la voz de Jesús. No fue un simple carraspear para hacerse oír. Dios hizo tronar el martillo en la corte del cielo. Cristo demandó la atención de todos. 

Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 11

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 11

UNO

El corazón deshidratado

Todos estamos familiarizados con la sed física. Tu cuerpo, según algunos cálculos, es 80 por ciento líquido. Eso significa que un hombre de mi tamaño transporta a todas partes 80 kilos de agua. Aparte del cerebro, los huesos y unos cuantos órganos, todos somos globos andantes llenos de agua.

Necesitamos serlo. Deja de tomar líquidos y observa lo que sucede. Los pensamientos coherentes se desvanecen, la piel se reseca y los órganos vitales se repliegan. Tus ojos necesitan humedad para llorar, tu boca necesita líquido para tragar, tus glándulas requieren sudor para mantener fresco el cuerpo, tus células exigen sangre para ser transportadas y tus coyunturas demandan fluido para lubricarse. Tu cuerpo necesita agua de igual modo que una llanta aire.

De hecho, tu Hacedor te creó con sed para que sirva como «indicador de sequedad». Deja que tu nivel de fluidos baje y verás la explosión de síntomas. Boca seca. Lengua pesada. Dolor de cabeza. Rodillas endebles. Priva tu cuerpo de los líquidos necesarios y tu cuerpo te lo dejará saber. Priva tu alma de agua espiritual y ella te lo dirá. Los corazones deshidratados envían mensajes desesperados. Temperamentos irritados. Olas de preocupación.

Mastodontes atronadores de culpa y temor. ¿Crees que Dios quiere que vivas con estas cosas? Falta de esperanza. Insomnio. Soledad. Resentimiento. Irritabilidad. Inseguridad. Estas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo de tu ser. Quizás nunca lo hayas visto así. Pensaste que eran como policías acostados, una parte necesaria e ineludible de la vida. Supones que la ansiedad es tan hereditaria como el color de tus ojos. Hay personas que nacen con tobillos débiles, otros con el colesterol alto o calvicie prematura. ¿Qué decir de ti? Tienes ansiedad. 

Continuará...


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 10

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 10

Meagan 

Jesse se inclinó en la misma dirección y captó su atención. Ella levantó los ojos y lo vio sonriendo, lleno de energía. Como si fuera un profesor de álgebra mientras ella se esforzaba en sumar dos dígitos. —¿Dónde está Dios en todo esto? —dijo para recalcar la pregunta de Meagan—. Más cerca de lo que jamás has soñado. —Tomó el vaso de ella y lo sostuvo en su mano—. Meagan, todos los que beban esta agua volverán a quedar sedientos. En cambio, yo te ofrezco una bebida diferente. Cualquiera que bebe el agua que yo doy jamás tendrá sed. Nunca más. De nuevo, silencio.

Con un dedo Meagan hundió los cubos de hielo en el vaso, y finalmente preguntó: —¿Nunca más? —Jamás. Ella miró hacia la calle, después volvió a fijarse en él, y con toda la honestidad que tenía preguntó: —Dime, Jesse, ¿quién eres en realidad? Su nuevo amigo se inclinó hacia adelante para responder y le dijo: —Pensé que nunca lo preguntarías.  


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 9

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 9

Meagan 

Él dijo muy poco mientras esperaba su café. Ella habló todavía menos, al principio. No obstante, tras romper el hielo, le contó toda su historia. Fue dejada por un novio en Missouri. Se cansó de su familia. Alguien le dijo que podía ganar dinero fácil haciendo comerciales. Huyó a la costa oeste. Se sometió a audición tras audición y rechazo tras rechazo. Finalmente decidió entrar a la escuela de cosme-tología.

—Ni siquiera terminé el curso —confesó—. Me enteré de una oportunidad en el programa de Bentley Bishop. Fui a una entrevista y... —desvió la mirada— después de hacer lo que quiso, me contrató. Y ahora —dijo mientras le salía una lágrima—, estoy aquí. Pago el arriendo y no aguanto hambre. Tengo veintiún años de edad y ya aprendí a sobrevivir en Los Ángeles, como diría la canción del despecho. Pero estoy bien. Por lo menos eso es lo que me digo a mí misma.

El emparedado de Jesse llegó. Él le ofreció la mitad pero ella no quiso. Después de unos cuantos mordiscos, él se limpió los labios con una servilleta. —Meagan, yo te conozco. He visto las manchas que dejan las lágrimas en las almohadas y te he visto recorrer las calles porque no podías dormir. Te conozco y sé que detestas aquello en lo que te estás convirtiendo.

—Bueno —dijo Meagan mientras se tocaba el ojo con un nudillo del dedo—, si eres tan buen adivinador dime: ¿Dónde está Dios en medio de todo esto? Le he buscado durante mucho, mucho tiempo. —Con un aumento repentino en el volumen de su voz, empezó a enumerar con los dedos sus malas acciones—. Abandoné a mis padres, me acuesto con mi jefe, he pasado más tiempo en bares que en iglesias y estoy cansada, ¡harta de todo esto! —se mordió el labio y bajó la mirada. 

Continuará...