LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 80

Tomo I 13 LA BIBLIA SU SUFICIENCIA Y SUPREMACÍA Ahora bien, es posible que muchos piensen que esta pobre mujer se hallaba bajo la influencia de la ignorancia y de la ciega credulidad; pero, por nuestra parte, preferiríamos ser la mujer ignorante que confiaba en la Palabra de Dios antes que el instruido racionalista que trataba de menoscabar la autoridad de esta última. No tenemos la menor duda en cuanto a quién se hallaba en la posición correcta. Pero no vaya a suponerse que preferimos la ignorancia al saber. Ninguno se imagine que menospreciamos los descubrimientos de la Ciencia o que tratamos con desdén los logros de la sana Filosofía. Lejos de ello. Les brindamos el mayor respeto en su propia esfera. No podríamos expresar cuánto apreciamos la labor de aquellos hombres versados que dedicaron sus energías al trabajo de desbrozar el texto sagrado de los diversos errores y alteraciones que, a través de los siglos, se habían deslizado en él, a causa del descuido y la flaqueza de los copistas, de lo cual el astuto y maligno enemigo supo sacar provecho. Todo esfuerzo realizado con miras a preservar, desarrollar, ilustrar y dar vigor a las preciosas verdades de la Escritura lo estimamos en muy alto grado; pero, por otro lado, cuando hallamos a hombres que hacen uso de su sabiduría, de su ciencia y de su filosofía con el objeto de socavar el sagrado edificio de la revelación divina, creemos que es nuestro deber alzar nuestras voces de la manera más fuerte y clara contra ellos y advertir al lector, muy solemnemente, contra la funesta influencia de tales individuos. Creemos que la Biblia, tal como está escrita en las lenguas originales —hebreo y griego—, es la Palabra misma del sabio y único Dios verdadero, para quien un día es como mil años y mil años como un día, quien vio el fin desde el principio, y no sólo el fin, sino todos los períodos del camino. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 60 "He Comido mi Panal y mi Miel"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 79

Tomo I 13 LA BIBLIA SU SUFICIENCIA Y SUPREMACÍA Es importante que el lector vea claramente que los hombres o bien deben negar que la Biblia es la Palabra de Dios, o bien deben admitir su suficiencia y supremacía en todas las épocas y en todos los países, en todos los períodos y en todas las condiciones del género humano. Dios ha escrito un libro para la guía del hombre, y nosotros sostenemos que ese libro es ampliamente suficiente para ese fin, sin importar cuándo, dónde o cómo encontremos a su destinatario. “Toda la Escritura es inspirada por Dios... a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (griego: a[rtiov")[1], enteramente preparado para toda buena obra” (2.ª Timoteo 3:16-17). Esto seguramente es suficiente. Ser perfecto y estar enteramente preparado debe necesariamente implicar la independencia del hombre de todos los argumentos humanos de la Filosofía y de la pretendida Ciencia. Sabemos muy bien que al escribir así nos exponemos a la burla del instruido racionalista y del culto e ilustre filósofo. Pero no somos lo suficientemente susceptibles a sus críticas. Admiramos en gran manera cómo una mujer piadosa — aunque, sin duda, muy ignorante— contestó a un hombre erudito que estaba intentando hacerle ver que el escritor inspirado había cometido un error al afirmar que Jonás estuvo en el vientre de una ballena[2]. Él le aseguraba que tal cosa no podría ser posible, ya que la historia natural de la ballena demuestra que ella no podría tragar algo tan grande. «Bueno —dijo la mujer— yo no conozco demasiado acerca de Historia Natural, pero sé esto: si la Biblia me dijera que Jonás se tragó el gran pez, yo le creería.» Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 59 "Somos el Huerto de Dios"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 78

Tomo I 13 LA BIBLIA SU SUFICIENCIA Y SUPREMACÍA Sabemos de algunas personas que querrían persuadirnos con vehemencia de que las cosas están tan completamente cambiadas desde que la Biblia fue escrita, que sería necesaria para nosotros otra guía distinta de la que nos proporcionan sus preciosas páginas. Esas personas nos dicen que la sociedad no es la misma ahora que la de entonces; que la Humanidad ha realizado progresos; que ha habido tal desarrollo de los poderes de la naturaleza, de los recursos de la ciencia y de las aplicaciones de la filosofía que sostener la suficiencia y supremacía de la Biblia en una época como la actual, sólo puede ser tildado de bagatela, ignorancia o tontería. Ahora bien, aquellos que nos dicen estas cosas pueden ser personas muy inteligentes e instruidas, pero no tenemos ningún reparo en decirles que, a este respecto, yerran “ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29). Por cierto que deseamos rendir el debido respeto al saber, al genio y al talento siempre que se encuentren en su justo lugar y en su debida labor; pero, cuando hallamos a tales individuos ensalzando sus arrogantes cabezas por encima de la Palabra de Dios, cuando les hallamos sentados como jueces, mancillando y desprestigiando aquella incomparable revelación, sentimos que no les debemos el menor respeto y les tratamos ciertamente como a tantos agentes del diablo que se esfuerzan por sacudir aquellos eternos pilares sobre los cuales ha descansado siempre la fe del pueblo de Dios. No podemos oír ni por un momento a hombres — por profundos que sean sus discursos y pensamientos— que osan tratar al Libro de Dios como si fuera un libro humano y hablar de esas páginas que fueron compuestas por el Dios todosabio, todopoderoso y eterno, como si fueran producto de un mero mortal, débil y ciego. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, capítulo 58 "Cómo echar mano de la Pala...

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 77

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO Todo lo que sea juzgado de forma permanente nunca se hallará en la conciencia. El enjuiciamiento propio mantendrá todos nuestros asuntos de forma correcta y en orden; pero, si la vieja naturaleza no es juzgada, no sabemos cómo, cuándo o dónde brotará, provocando un agudo dolor del alma y trayendo deshonra al nombre del Señor. Los más graves casos de fracaso y decadencia generalmente se deben al descuido en el juicio de uno mismo respecto de cosas pequeñas. Hay tres diferentes niveles de juicio: el juicio propio, el juicio de la iglesia y el juicio divino. Si un hombre se juzga a sí mismo, la asamblea se conserva pura. Pero si no lo hace, el mal brotará de alguna forma, y entonces la asamblea se verá comprometida. Y si la asamblea deja de juzgar el mal, entonces Dios habrá de tratar con la asamblea. Si Acán hubiese juzgado sus pensamientos ambiciosos, la congregación no se habría visto implicada (Josué 7). Si los corintios se hubiesen juzgado en privado, el Señor no habría tenido que juzgar a la asamblea en público (1.ª Corintios 11). Todo esto es sumamente práctico y humillante para el alma. ¡Ojalá que todo el pueblo del Señor aprenda a andar en el despejado día de Su favor, en el santo gozo de sus mutuas relaciones y en el habitual ejercicio de un espíritu de juicio propio!

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 57 "Conociendo a Dios"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 76

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO El cristiano es exhortado a juzgarse a sí mismo por cuanto es cristiano, y no para ver si lo es. Esto marca toda la diferencia. Si estuviera mil años haciendo un examen de conciencia, una autocrítica, y buceara en el yo, no hallaría otra cosa que miseria, ruinas e iniquidad, cosas todas a las que Dios hizo a un lado y a las que yo tengo la responsabilidad de considerarlas “muertas”. ¿Cómo podría esperar obtener pruebas consoladoras mediante tal examen? ¡Imposible! Las pruebas del cristiano no han de hallarse en su corrompido yo, sino en el resucitado Cristo de Dios; y cuanto más logre olvidarse de lo primero y ocuparse en lo segundo, tanto más feliz y santo será. El cristiano se juzga a sí mismo, juzga sus hábitos, sus pensamientos, sus palabras y sus actos porque cree que es cristiano, no porque dude que lo sea. Si él duda, no es apto para juzgar nada. El verdadero creyente se juzga a sí mismo estando plenamente consciente y gozoso de la eterna seguridad de la gracia de Dios, de la divina eficacia de la sangre de Jesús, del poder de Su intercesión que prevalece sobre todo, de la inquebrantable autoridad de la Palabra, de la divina seguridad de la más débil oveja de Cristo; sí, entrando en estas realidades inapreciables por la enseñanza de Dios el Espíritu Santo, el creyente verdadero se juzga a sí mismo. La idea humana de la «autocrítica» se basa en la incredulidad. La idea divina del juicio propio, en cambio, se basa en la confianza. Pero nunca olvidemos que somos exhortados a juzgarnos a nosotros mismos. Si perdemos esto de vista, la vieja naturaleza no tardará en aflorar de nosotros y ganará la delantera; entonces tendremos que ocuparnos tristemente en ello. Los cristianos más devotos tienen un sinnúmero de cosas que necesitan ser juzgadas, y, si no se juzgan habitualmente, seguramente acumularán abundante y amargo trabajo para sí. Si hubiese enojo o ligereza, orgullo o vanidad, desidia natural o impetuosidad natural, cualquier cosa que pertenezca a la naturaleza caída, nuestro deber como cristianos es juzgar y avasallar todas estas cosas. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 56 "Poniendo la Vida por Otros"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 75

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO El segundo pasaje se encuentra en 2.ª Corintios 13: “pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí... examinaos a vosotros mismos” (v. 3-5). El resto del pasaje es un paréntesis. El punto esencial es éste: el apóstol apela a los mismos corintios como la clara prueba de que su apostolado era divino; de que Cristo hablaba en él, de que su comisión provenía del cielo. Él los consideraba como verdaderos cristianos, a pesar de toda la confusión que reinaba en la asamblea; pero, puesto que ellos constituían el sello de su ministerio, ese ministerio debía ser divino, y, por ende, no debían oír a los falsos apóstoles que hablaban en contra de él. El cristianismo de los corintios y el apostolado de Pablo estaban tan íntimamente relacionados que poner en duda el uno implicaba poner en duda el otro. Resulta claro, pues, que el apóstol no exhortaba a los corintios a examinarse a sí mismos con la idea de que dicho examen pudiera resultar en el triste descubrimiento de que no eran cristianos en absoluto. ¡Todo lo contrario! En realidad, es como si yo fuera a mostrarle un auténtico reloj a una persona y le dijese: «Ya que usted busca pruebas de que el hombre que fabricó este reloj es un verdadero relojero, examine el aparato». Resulta claro, pues, que ninguno de los pasajes citados aporta garantía alguna que apoye la idea de ese tipo de «examen de conciencia» o «autocrítica» que algunos sostienen, el cual se basa en un sistema de dudas y temores y carece de todo respaldo en la Palabra de Dios. El juicio propio, sobre el cual deseo llamar la atención del lector, es algo totalmente diferente. Es un sagrado ejercicio cristiano del más saludable carácter. Tiene por base la más inquebrantable confianza respecto de nuestra salvación y aceptación en Cristo. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 55 "La Salida del Pueblo de Dios"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 74

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO Hay dos pasajes en el Nuevo Testamento que son tristemente mal interpretados. El primero tiene que ver con la celebración de la cena del Señor: “Por tanto, pruébese (o examínese) cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (1.ª Corintios 11:28-29). Ahora bien; es común, en este pasaje, que el término “indignamente” se lo aplique a las personas que participan, cuando, en realidad, se refiere a la manera de participar. El apóstol nunca pensó en cuestionar el cristianismo de los corintios; es más, en las palabras de apertura de su epístola él se dirige a ellos en estos términos: “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos” (en rigor, «santos por llamamiento»). ¿Cómo podía él emplear este lenguaje en el capítulo 1 y poner en tela de juicio, en el capítulo 11, la dignidad de esos santos para participar de la cena del Señor? ¡Imposible! Él los consideraba santos y, como tales, los exhortó a celebrar la cena del Señor de una manera digna. Jamás se planteó la cuestión de que estuviera presente allí alguno que no fuese verdadero cristiano; de modo que era absolutamente imposible que la palabra “indignamente” se pudiera aplicar a personas. Su aplicación correspondía únicamente a la manera. Las personas eran dignas, pero su manera no; y entonces fueron exhortadas, como santas, a juzgarse a sí mismas en lo que respecta a su proceder, pues, de lo contrario, el Señor habría de juzgarlas en sus personas, como ya había sido hecho (1 Corintios 11:30). En una palabra, habían sido exhortados a juzgarse a sí mismos en su calidad de cristianos. Si ellos hubiesen tenido dudas de esa condición, no habrían sido capaces de juzgar absolutamente nada. Yo nunca pensaría en hacer que mi hijo juzgase si es hijo mío o no, pero sí esperaría que él se juzgara a sí mismo en cuanto a sus hábitos, pues, de lo contrario, yo tendría que hacer, mediante la disciplina, lo que él debió haber hecho mediante el enjuiciamiento propio. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 54 "El Más Grande Poema de Amor"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 73

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO Existen pocos ejercicios más valiosos y saludables para el cristiano que el de juzgarse a sí mismo. Con esto no me refiero a la desdichada práctica de buscar en uno mismo pruebas de vida y de seguridad en Cristo, pues sería terrible estar ocupados en esto. Yo no podría concebir ninguna otra ocupación más deplorable que la de estar mirando a un yo vil en vez de contemplar a un Cristo resucitado. La idea que muchos cristianos parecen abrazar con respecto a lo que se conoce como «autocrítica» —esto es, un examen de sí mismos— es por cierto deprimente. Ellos lo consideran como un ejercicio que puede terminar haciéndolos descubrir que no son cristianos en absoluto. Esto, lo repetimos, es una labor terrible. Sin duda es bueno que aquellos que han estado edificando sobre un fundamento arenoso tengan abiertos sus ojos para ver el grave error que ello configura. Es bueno que aquellos que con satisfacción han estado envueltos en ropajes farisaicos se despojen de los mismos. Es bueno que aquellos que han estado durmiendo en una casa en llamas despierten de sus sueños. Es bueno que aquellos que han estado caminando con los ojos vendados al borde de un terrible precipicio se saquen la venda de sus ojos para que vean el peligro y retrocedan. Ninguna mente inteligente y ordenada pensaría en poner en duda la propiedad de todo esto. Pero entonces, admitiendo plenamente lo antedicho, la cuestión del verdadero juicio propio permanece completamente intacta. En la Palabra de Dios no se le enseña ni una vez al cristiano a examinarse a sí mismo con la idea de que descubra que no es cristiano, sino —y trataremos de demostrarlo— precisamente lo contrario. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 53 "Nuestra Ofrenda de Alabanza"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 72

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Hoy día, por el contrario, la suya es tan sólo una “manada pequeña”, y todo lo que es grande entre los hombres es contrario a Dios. No será así en el futuro. Cristo tendrá la “gran congregación”, y él mismo dominará sobre todas las naciones. Entonces “comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra; se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo”. Será un día en el cual confesarán su dependencia, a pesar de la más rica bendición, porque nadie podrá “conservar la vida a su propia alma”. Él es la vida y la fuerza de todos, por cuanto es exaltado entre todos. “La posteridad le servirá; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación”. La antigua generación que rechazó a Cristo pasó, pero el remanente vuelto, después de haber pasado por el juicio, será una simiente santa y una vid nueva. “Vendrán, y anunciarán su justicia” (despojados ahora de toda presunción) “a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto” (v. 29-31). No se trata del cielo ni de la eternidad, como tampoco del presente siglo malo, sino del santo y magnífico siglo venidero, cuando el Señor Jehová haya de ser bendecido y bendecirá: el Dios de Israel que sólo obra maravillas; y en aquel día su nombre glorioso será bendito para siempre, y toda la tierra será llena de su gloria. Amén. William Kelly

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 52 "El Lenguaje de la Creación"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 71

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Habrá un pueblo bendecido, pero como pueblo, alrededor de Aquel que es al mismo tiempo el Mesías que reina y Jehová su Dios. En aquel día, Él también alaba y paga sus votos. Vimos la alabanza de Cristo en medio de la congregación de sus hermanos, Jefe de ellos, cuando resucitó de entre los muertos; luego, el testimonio de Dios para los que le temen (compárese Hechos 10:35), así como a toda la simiente de Jacob o de Israel. El día cuando la gracia reúne a los hijos de Dios es también un día de Buenas Nuevas para toda criatura, judío o gentil, para que crean. Pero ahora hay más que un testimonio. Las alabanzas del Mesías vienen de Jehová en la gran congregación; el Mesías paga sus votos delante de aquellos que le temen. Éste es el cumplimiento cierto y público de todas las promesas. Toda la profecía concerniente a la gloria venidera para la tierra y las naciones se cumple. Así “comerán los humildes, y serán saciados; alabarán a Jehová los que le buscan; vivirá vuestro corazón para siempre. Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones” (v. 26-28). Ni una palabra de todo esto se encuentra en el pasaje precedente. No solamente invita a todos los confines de la tierra a acordarse, sino que realmente “se acordarán”. No será el Evangelio de la gracia, como hoy, ni la Iglesia, sino el despliegue del reino en todo su poder. Todos se volverán hacia Jehová, como aquí se nos asegura: “Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti”. Ya no se trata más del lugar del cristiano (éste nos fue presentado ya en el v. 22); en el versículo 23 está el testimonio; el fundamento de la fe está puesto en el versículo 24. Luego, los versículos 25-31 exponen lo que caracterizan los días del milenio. Cuando Cristo pide y obtiene la tierra (Salmo 2) se encuentra en la “gran congregación”. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 51 "Su Nombre es Admirable"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 70

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Esto nos lleva a una nueva escena, en los versículos siguientes, que nos ayudará a comprender mejor lo que ya he tratado de explicar. El Mesías dice aquí: “De ti será mi alabanza en la gran congregación” (v. 25). Así pues, la “gran congregación” se distingue de “la congregación” del versículo 22 en la cual vemos claramente que es la Iglesia la que lo rodea a Él, cuando ha resucitado de entre los muertos; mientras que en el versículo 25 leemos: “De ti será mi alabanza en la gran congregación”. Nótese que aquí no es “en medio de ellos”; no se habla aquí de ninguna asociación con Cristo. En el capítulo 20 del Evangelio de Juan encontramos también lo que corresponde a la gran congregación. Este capítulo ya nos dio la ilustración y también el cumplimiento del anuncio de su nombre a sus hermanos, y de la congregación en medio de la cual Él alaba. En efecto, Tomás vino ocho días después y, cuando su incredulidad fue puesta de manifiesto, exclamó: “Señor mío, y Dios mío”. No se insinúa ni una palabra acerca de “mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios”. Ya no se describe más aquí la asociación de Cristo con sus discípulos, sino otra confesión que la gracia sacará de la “gran congregación”, como lo hizo de Tomás, cuando el remanente del pueblo de Israel se arrepienta y confiese a su Mesías despreciado y rechazado durante tan largo tiempo. Este remanente también dirá entonces: “¡Señor mío, y Dios mío!”. Es una sorprendente imagen de lo que Israel conocerá y confesará en aquel día (compárese con Zacarías 12:10-14). ¡Qué grande será la alabanza! Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 50 "Vida Abundante"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 69

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Todo esto, ¿no es acaso la gracia para con nosotros, quienes nada merecíamos, “la verdadera gracia de Dios, en la cual estamos”? ¡Que podamos apreciar los consejos y los caminos del “Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo! ¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!” (1 Pedro 5:10-12). ¡Que nuestras alabanzas abunden! ¡Pero que sean las alabanzas de Cristo en medio de nosotros, de Aquel que se digna a estar allí en medio de dos o tres congregados en su nombre! (Mateo 18:20). Él está con nosotros cuando somos llevados por alguna circunstancia a defender la verdad o la santidad de Dios: ¿Podría estar ausente acaso cuando nos reunimos para adorar a su Dios y a nuestro Dios, a su Padre y a nuestro Padre? “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15). Los versículos siguientes del salmo 22 contienen un llamamiento fundado en la resurrección del Mesías sufriente: “Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó” (v. 23-24). Podemos notar, de paso, que el Señor anticipó estas palabras cuando pronunció al morir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). Cuando Dios lo resucitó de entre los muertos hallamos la respuesta pública a su clamor. Así, encontramos al Mesías, ya no sufriendo, sino siendo librado (“oído”), anunciado el nombre de su Dios y Padre a sus hermanos, y alabando él mismo en medio de la congregación. Y luego hay un llamamiento dirigido a todos aquellos que temen a Dios, para que lo alaben sobre la base de la expiación. Porque por la cruz de Cristo, toda la cuestión del pecado y de los pecados, delante de Dios y para el creyente, está resuelta para siempre. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 49 "Vestidos de Luz"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 68

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Estemos seguros de que él no estima ninguno de los sacrificios más que aquellos del Cristo resucitado, de Aquel que se digna a ser el conductor de los que se unen a él en este tiempo en que aún es rechazado, aunque esté, como lo sabemos, glorificado en lo alto. Lo que Cristo canta es ciertamente, en el sentido más elevado, un cántico nuevo. Él solo sufrió así; pero en la alabanza no está solo; está en medio del coro de los redimidos. ¡Qué cosa maravillosa que aquí no sólo cante la alabanza “en” la congregación, sino “en medio de” ella! En el día de su poder, no será así para “la gran congregación” (v. 25). No significa que su alabanza haya de faltar en aquel día, ni que los grandes y pequeños no lo vayan a alabar en la tierra cuando todas las obras de Dios lo alaben y todos sus redimidos lo bendigan. Sin embargo, no es menos cierto que entre Él y aquellos que, desde su resurrección, son llamados y reunidos, hay una asociación revelada por él, que sobrepasa en intimidad el gozo de aquellos que participarán en ese hermoso día. Él no anuncia a la gran congregación el nombre de Su Dios y Padre. Es cierto que alabará a Dios en ella, pero no en medio de ella como en el día de la resurrección. Pues lo que se dice de ese jubileo para Israel y para la tierra sería todavía cierto si él alabara solo por su lado, y ellos lo hicieran por el suyo. Tampoco los llama sus hermanos como ahora, aunque pague sus votos (otra señal distintiva en sí misma) delante de aquellos que temen a Dios (v. 25), cuando toda rodilla se doble y “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11), hasta los confines de la tierra, y entre todas las familias de las naciones. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 48, "Una Fe Mal Canalizada"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 67

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Y agrego algo más todavía. Viene el día en el cual esta tierra no estará más llena de gemidos, sino de aleluyas, día en el cual toda criatura tendrá parte en el coro de bendiciones, en el cual el cielo y la tierra estarán llenos de gozo y de gloria. Pero jamás vendrá un día en el cual irrumpa una alabanza como la que Él comenzó aquel día. No es posible que aquellos que alaban con Cristo, habiendo sido llevados a tal asociación de bendición, puedan perderla —jamás la perderán—; pero si la alabanza comenzó con él, entonces ella será la de ellos para siempre, pero solamente será suya con Él en medio de ellos; y este salmo lo prueba de una manera tanto más llamativa por cuanto fue escrito especialmente en vista del pueblo terrenal. La alabanza del día de la resurrección es particular, porque es la de Cristo en medio de la congregación, es decir, en medio de sus hermanos. ¿Quién podría anunciarlo como Él? ¿Cuándo habría podido anunciarlo, sino cuando resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, y después de haber estado en el polvo de la muerte por el pecado? Nadie más que él podía sentir hasta lo más profundo lo que fue ser desamparado por Dios y no ser oído cuando clamaba a él. Pero ahora, habiendo sido oído “desde los cuernos de los búfalos”, entra como el hombre resucitado en la luz y la gloria de Dios, brillando para siempre en virtud de su propio sacrificio aceptado por Dios, y anuncia a sus hermanos el nombre (y nosotros mismos podemos decirlo ahora) de su Padre y el de ellos, de su Dios y el de ellos. Así, en medio de la Iglesia librada para siempre por él y en él, canta la alabanza. ¡Oh, qué alabanzas las de Cristo, ahora librado de tan grande muerte! ¿Pero acaso no son también las nuestras? ¿Y no las canta acaso “en medio de” nosotros? ¡Qué carácter le imprime esta comunión a la adoración de la Iglesia! Ahora que el pecado fue juzgado como no podrá serlo nunca más, que Aquel que fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios, la alabanza de Cristo solamente da una justa y completa idea de lo que conviene a la Iglesia de Dios. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 47 "Un Texto fuera de Contexto...

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 66

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Es el Padre tal como Cristo lo conoció. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”, hermanos traídos —y traídos con justicia— a la misma relación, de manera que toda la satisfacción y el gozo de Dios mismo en Cristo (no sólo del Padre, relación que nos concedió gozar, sino de Dios), son compartidos con nosotros, porque somos aceptos en Cristo nuestro Señor. Sin embargo, todavía tenemos más que escuchar. “En medio de la congregación te alabaré”. No es simplemente: “te alabaré”, ni “en la congregación”, sino “en medio de la congregación”. El apóstol Pablo cita este pasaje en la epístola a los Hebreos (2:12), y encontramos su cumplimiento en la pequeña compañía reunida ese día (Juan 20:19). El Señor se encuentra en medio de ellos. No les reprocha la cobardía que acababan de demostrar, la incredulidad ni la infidelidad, sin mencionar la falta de amor por Su persona y del padecimiento por Su nombre. No digo que él no tuviera Sus caminos para con uno o para con otro; pero él los lleva inmediatamente a la relación más elevada y a las bendiciones más excelentes por Su sacrificio. Sabemos que se ocupó de varios de entre ellos, pero Sus caminos para con cada uno no impidieron ni pospusieron en absoluto la obra de su gracia. “En medio de la congregación te alabaré”. Pensemos un instante en lo que fue la alabanza de Cristo en tal momento, en lo que debieron de ser sus sentimientos, ¡cuando salía de las tinieblas, del polvo de la muerte, del desamparo de Dios! Él solamente podía estimar en su justo valor la inmensidad de estas cosas, quien, habiendo sufrido una vez por los pecados, ahora descansa en una victoria ganada a tan alto precio. Llevó nuestros pecados; aquel que no conoció pecado, fue hecho pecado. Una vez que resucitó de entre los muertos, no lleva más los pecados; ahora alaba, y no lo hace solo, sino “en medio de la congregación”. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 46 "Un Día de Sumo Gozo"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 65

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Pero ahora, el pecado que había sido puesto sobre él, fue quitado por su muerte; y, como testimonio de que todo ha sido quitado, él resucitó de entre los muertos, y entonces declara ese nombre, sin decir primero vuestro Padre o nuestro Padre (esto no hubiese estado a la altura de su gloria, al margen de cuál haya podido ser su amor), sino “a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Así, lo que Dios es como Padre para él, descansa ahora sobre aquellos por los cuales murió, sobre aquellos cuyos pecados fueron borrados por la sangre de la cruz. Pero esto no es todo. La aceptación perfecta y manifiesta del Hombre que Dios hizo pecado, ahora les pertenece por completo; no sólo el amor del Padre, sino la gloria y la luz de Dios. Es, pues, el amor, no solamente en cuanto a la relación, sino en su misma naturaleza; sí, y más aún: todo lo que Dios siente como Dios, todo lo relativo a él que fue reivindicado para siempre, no sólo pertenece a Cristo, sino que, como consecuencia de su obra, pertenece también a aquellos que descansan en esta persona y en esta obra. Tal es la fuerza y el resultado de la expiación. Y no sólo es para el cielo, porque él mismo lo dijo cuando estaba en la tierra. Iba al cielo; pero por sabias y serias razones, esto expresamente estaba revelado aquí a las personas que más lo necesitaban: a los pobres en espíritu, a los mansos, a sus discípulos a los cuales se dio a sí mismo como ejemplo de dependencia y de obediencia, de gracia y de justicia, de comunión feliz y apacible con su Padre. Pero si no los hubiese librado por gracia, todo esto sólo habría agravado la condición de ellos, que era tan inferior a la Suya. ¡Con qué fuerza, pues, la bendita verdad irrumpe en sus corazones! Dios mismo, el Padre del Señor Jesús, era el Padre de ellos, así como su Dios; todo lo que es en Dios como tal, estaba, por la obra de la cruz, tan completamente a favor de ellos, como todo lo que es en él como Padre. Y notemos que no es solamente “como el Padre que se compadece de los hijos”, sino que ahora se trata de algo incomparablemente superior a esto. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 45 "Todo estaba fríamente cal...

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 64

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 La gloria del Padre y la naturaleza misma de Dios nos traen ahora la bendición con él, mientras que tan sólo un instante antes, por decirlo así, la santa venganza de Dios se ejecutó contra el pecado. Era la gloria en los lugares altísimos, la gracia aquí abajo, pero todo estaba fundado sobre la justicia, sin la cual el alma no haría más que enorgullecerse, quedando expuesta a ser arrastrada hacia las peores profundidades. Esta base de la justicia de Dios es necesaria para el pecador, y aquel que en sí mismo no era sino un pecador perdido, ahora tiene el derecho de conocer a Dios no sólo como Dios, sino además como Padre. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”. Ahora hay perdón y paz; y no solamente eso, sino también asociación con Cristo mismo. Veamos ahora cómo es introducida la declaración de Su nombre. “Dios mío, Dios mío”, dice Jesús en el momento en que es desamparado sobre la cruz, cuando es hecho pecado, y cuando llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. Ésta es la verdadera respuesta, simple y rotunda, a aquellos que erróneamente sostienen que él llevó nuestros pecados durante toda su vida aquí abajo. Si hubiese sido así, Jesús habría tenido que ser desamparado por Dios durante todo ese tiempo, a menos que se suponga que Dios habría podido complacerse entretanto juzgaba el pecado. Esto sería negar el hecho de que Jesús gozaba perfectamente del amor y de la comunión de su Padre durante su vida. El Hijo de Dios aquí abajo, anduvo siempre en el conocimiento íntimo y perfecto de la presencia de su Padre y de su relación con él, y, por consecuencia, sintió aún más el hecho de ser desamparado. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 44 "Su Nombre Escrito en el Ci...

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 63

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 La muerte, y solamente la muerte, podía solucionar la cuestión del pecado; la muerte, pero sólo Su muerte, podía hacerlo, a fin de que el pecador pudiese descansar en la justicia de Dios referente a esto, y ser introducido sin pecado en la presencia de Dios. Esto lo declara Dios mismo. Notemos aquí cuál es la consecuencia de esto: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”. En los evangelios, el Señor Jesús nos muestra la maravillosa adaptación de la verdad del Antiguo Testamento. “Tu nombre”. ¿Qué nombre? Cuando lleva el pecado en la cruz, Él habla de Dios. El israelita piadoso, cuando mira a la liberación, o cuando goza de su relación con Dios, habla de Jehová. Pero en el Nuevo Testamento, en el cual Dios subsiste como Dios y siempre debe ser el juez del pecado, “Padre” es el término que caracteriza la relación conocida por el Hijo de Dios desde la eternidad, relación que conocía también como hombre, pero en la plenitud de verdad que le pertenecía sólo a él. Esta relación, en toda su realidad e intimidad, fue la que el Señor tuvo a bien dar a sus discípulos, en redención, y muchos de los lectores ya la conocen con gozo. Pero lo repito para aquellos que no conocen el verdadero significado de ese bendito y tan dulce nombre para sus almas. Jesús puede enseñárselos ahora. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”; y por eso dice: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17). Nunca había hablado así antes. Notemos bien que ya había pronunciado la palabra «Padre» antes, pero nunca lo había presentado de esta manera.; y llamo particularmente la atención sobre este hecho. Este término supone el amor, pero sobre el fundamento de la justicia. Sin duda la gracia es la que dio a Jesús, y por él obró a favor del hombre pecador. Pero aquí Él nos enseña que, cuando el pecado fue juzgado y quitado de en medio, su Dios es el nuestro, y cuando la vida llevó mucho fruto en resurrección, su Padre es nuestro Padre. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 43 "Saciados por Cristo"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 62

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Allí, en el grado más elevado, el dolor, la angustia y la amargura del rechazo tuvieron lugar; ¿acaso no lo sentía? La gloria de su persona ¿acaso lo volvía incapaz de sufrir? Esta idea negaría su humanidad. Y podemos agregar que su divinidad le hizo soportar y sentir como ningún otro hubiese podido hacerlo. “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida. Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos” (v. 1421). No obstante, el Señor Jesucristo reivindica perfectamente a Dios quien lo desamparó. Otros habían clamado antes y todos habían sido librados. Pero no debía ser así para él, porque el sufrimiento debía ir hasta lo sumo, el pecado debía ser expiado justamente, y no por el poder sino por medio del sufrimiento. Pero, ¿qué es lo que resuena en nuestros oídos cuando la última gota de la copa se ha vaciado?: “Líbrame de los cuernos de los búfalos. Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré” (v.21- 22). Ahora que ha resucitado de entre los muertos, dice: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”. Ya lo había anunciado: tal fue su ministerio aquí abajo, pero ahora era sobre un fundamento completamente nuevo.Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 42 "Profesores del Desierto"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 61

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Dios estaba allí, no sólo como Aquel que aprobaba lo que era bueno, sino como Juez de todo el mal que fue puesto sobre la bendita cabeza del Señor en la cruz. Era Dios desamparando al Siervo fiel y obediente; sin embargo, era su Dios: esto no debía ni podía jamás olvidarse; al contrario, aun allí lo proclama diciendo: “Dios mío, Dios mío”. Pero debe agregar entonces: “¿Por qué me has desamparado?” Era el Hijo del Padre que, como Hijo del hombre, clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Entonces, y sólo entonces, Dios desamparó a su Siervo fiel, al hombre Cristo Jesús. Nos inclinamos ante este misterio de los misterios en su Persona: Dios manifestado en carne. Si no hubiese sido hombre ¿en qué nos habría servido? Si no hubiese sido Dios, nada habría podido dar a sus sufrimientos por el pecado su valor infinito. Tal es la expiación. Y la expiación tiene dos aspectos en su carácter y en su alcance. Es la expiación ante Dios, y es también la sustitución por nuestros pecados (Levítico 16:7-10, “una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel”: el pueblo), aunque este último aspecto no sea el tema más desarrollado por el salmista, y no nos detendremos en él en esta ocasión. Aunque todo es de infinita importancia, el lado más importante de la expiación, el fundamento, es la “suerte por Jehová”. Aquí vemos a Dios en su majestad y en su justo juicio del mal, a Dios desplegando su ser moral para tratar con el pecado, allí donde solamente podía tener que ver con él a fin de hacer salir bendición y gloria, en la persona de su propio Hijo; Aquel que, cuando Dios lo desamparó, hecho pecado por nosotros en la cruz, alcanzó el punto más bajo de la humillación, pero moralmente el más elevado en el cual Dios pudo ser glorificado. La perfección misma de la manera en que llevó el pecado hizo que no fuese oído. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 41 "Por Fe andamos, no por Vista"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 60

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Estas cosas no son naturalmente sino figuras, y el hombre fue el más cruel de todos, el más vil e implacable, él solo por cierto fue el verdadero culpable, conducido por un enemigo más poderoso y sutil. Pero, cosa maravillosa, Dios estaba allí primero que todos; no podía no estar, ya que era el juez del pecado, el que hizo que su Hijo, quien no conoció pecado, fuese hecho pecado por nosotros. En primer lugar, pues, repito, está ese juicio misterioso del mal ejecutado sobre la persona del Santo, de Cristo. Y no por ser simplemente lo primero en una serie de eventos, sino porque permanece inconmovible por sí solo como lo único y más solemne de todo para Dios y para el hombre, tanto en el tiempo presente como en la eternidad, en la tierra, en el cielo o en el infierno. El salmo, pues, empieza convenientemente con este gran hecho, porque ¿con qué otra cosa podría compararse en el pasado, el presente o el futuro? El Señor Jesús había encontrado a Satanás al principio en el desierto, y al final en Getsemaní. Destruyó el poder que tenía tanto sobre la tierra como sobre el hombre, al “saquear los bienes del hombre fuerte” (véase Mateo 12:29). Pero en este salmo se trata de algo infinitamente más profundo. Era el pecado ante Dios. Ya no era un simple combate, ni nada para destruir o ganar por el poder de la obediencia. Durante su vida él fue la bondad misma, y tuvo el sello de Dios sobre ella. Jesús glorificó al Padre durante toda su vida, pero entonces se trataba de glorificar a Dios en su muerte, porque Dios es el juez del pecado. La cuestión no era con el Padre como tal, sino con Dios, con Dios en relación con el pecado. Aquel que había glorificado al Padre en una vida de obediencia, glorificó a Dios en la muerte, en la cual precisamente esta obediencia fue consumada; y no sólo esto, sino que el mal fue puesto sobre Él en quien todo era bien. El mal y el bien se encontraron. ¡Qué encuentro! Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 40 "Ponga en Práctica la Fe"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 59

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Este salmo es, por excelencia, el salmo de Aquel que fue desamparado de Dios. En esto es único. Ello no significa que otros salmos no hagan referencia a la hora solemne de la cruz, o a la bendita Persona que se dirige aquí a Dios, sino que este salmo nos habla más que todos los demás de ello. Aquí no encontramos solamente al Señor tomando lugar entre los hombres, como Aquel que confiaba en Dios, tal como lo describe el salmo 16, en su inquebrantable confianza, mirando a la resurrección a través de la muerte, a la gloria a la diestra de Dios, sino que hallamos también un contraste. Es desamparado de Dios, pero se aferra tenazmente a Él y lo reivindica plenamente. No son sus enemigos los que afirman ahora que sea desamparado de Dios, aunque lo hayan dicho también, sino que es el Señor mismo, y lo dice a Dios. Jamás un creyente fue desamparado así, ni podría serlo. “En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y no fueron librados; confiaron en ti, y no fueron avergonzados. Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía” (v. 4-8). Jamás hubo semejante hora para Jesús, ni podrá haber nunca otra igual. El bien y el mal, en esa hora, fueron puestos en presencia uno del otro en la única persona que podía resolver el enigma. Ambos se encontraron en Aquel que era perfectamente bueno, y que, no obstante, cargaba el mal de parte de Dios. Era la expiación. Este pensamiento no es el único que encontramos en este salmo, sino que Jesús hecho pecado es el primer y más profundo pensamiento. No hubo dolor que no conociera, ni vergüenza de la que haya sido librado. Los toros de Basán estaban allí, así como el león rapaz y rugiente; los perros lo rodearon (v. 12-13, 16). Continuará...

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 58

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” Es simplemente imposible estar cerca de Cristo, y no tener el corazón lleno de los más tiernos afectos por todos los que le pertenecen. No podemos considerarle a Él, sin acordarnos de ellos y ser conducidos a servirles, a orar por ellos, a tener simpatía respecto a ellos de acuerdo con nuestra débil medida. Si oís que alguno habla en alta voz de su amor por Cristo, de su apego a su Persona, del deleite que halla en Él, y, al mismo tiempo, veis que no hay en esta persona ni amor por aquellos que pertenecen a Cristo, ni solicitud respecto de ellos, ni interés por sus circunstancias, ni buena disposición para dedicar tiempo y esfuerzo para ellos, ni sacrificio de sí mismo por amor a ellos, podéis estar seguros de estar en presencia de una profesión vacía y sin valor. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” Y todavía: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1.ª Juan 3:16-18; 4:21). Son éstas palabras saludables para cada uno de nosotros. ¡Ojalá que hagan mella en el fondo de nuestro corazón! ¡Ojalá que, por la poderosa acción del Espíritu Santo, podamos ser hechos capaces de responder de todo nuestro corazón a estas dos importantes y acuciantes exhortaciones: Considerar al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, por una parte, y, por la otra: Considerar los unos a los otros! Y recordemos que una consideración conveniente de los unos por los otros jamás revestirá la forma de una curiosidad indiscreta, ni de un espionaje inexcusable: cosas que no pueden ser consideradas más que como la plaga y la destrucción de toda sociedad cristiana. No; es lo contrario de todo esto. Es la solicitud tierna y amante, que se expresa de una manera refinada, delicada y oportuna en todo servicio brindado, fruto del amor de una verdadera comunión con el corazón de Cristo.

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 39 "Persevere en la Fe"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO1 CAPÍTULO 57

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” ¡Qué maravilloso es esto!, pero así lo es. Él toma parte en todas nuestras pequeñas pruebas, en nuestros dolores más despreciables, en nuestros conflictos y ejercicios de corazón, como si no tuviera otra cosa en que pensar. Cada uno de nosotros posee la atención y la simpatía indivisas de su grande y amante corazón, en todo lo que pueda surgir durante nuestro curso a lo largo de esta escena de pruebas y de dolores. Él la recorrió toda. Conoce cada paso del camino. Podemos discernir la huella bendita de sus pisadas a través del desierto, y, mirando a lo alto los cielos abiertos, le vemos en el trono, a Él, al Hombre glorificado, pero al mismo Jesús que estuvo aquí abajo; las circunstancias en que estuvo han cambiado, pero no así su corazón tierno, amante y lleno de simpatía: “El mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Tal es, pues, amado lector cristiano, el gran Sumo Sacerdote que somos exhortados a considerar. Realmente, tenemos en él lo que responde a todas nuestras necesidades. Su simpatía es perfecta; su intercesión prevalece sobre todo, y nuestros sacrificios, para Él, son hechos aceptables. Bien podemos decir: Lo tenemos “todo, en abundancia” (Filipenses 4:18 - V.M.). Y ahora, como conclusión, echemos un vistazo a la exhortación de Hebreos 10:24: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.” La conexión moral de este pasaje con el que nos ha ocupado primeramente, es verdaderamente hermosa. Cuanto más atentamente consideremos a Jesús, tanto más aptos y dispuestos estaremos para considerar a todos los que le pertenecen, quienesquiera que sean y dondequiera que se encuentren. Mostradme un hombre lleno de Cristo, y yo os mostraré a un hombre lleno de amor, de solicitud y de interés por cada miembro del Cuerpo de Cristo. Así debe ser. Continuará...

Manantiales de Vida, Audiolibro, Capítulo 38 "Perseverando en la Fe"

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 56

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” Naturalmente que no podemos, en tan breve escrito, abordar el gran tema del sacerdocio con todos sus detalles. No podemos más que tratar brevemente los tres puntos sobresalientes que ya mencionamos, y citar, para el lector, los pasajes de la Escritura donde aparecen. En Hebreos 13:15 tenemos la tercera parte del servicio que el Señor cumple por nosotros en el santuario celestial: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” ¡Que consuelo es saber que tenemos delante de Dios a Uno que le presenta nuestros sacrificios de alabanzas y nuestras acciones de gracias! ¡Cuán dulcemente ello nos anima a llevarle en todo tiempo tales sacrificios! Es cierto que pueden parecer muy pobres, muy magros y muy imperfectos; pero nuestro gran Sumo Sacerdote sabe cómo separar lo precioso de lo vil. Toma nuestros sacrificios y los presenta a Dios en toda la perfección del perfume de buen olor de su propia Persona y de su ministerio. El menor suspiro del corazón, la menor expresión de los labios, el más insignificante acto de servicio, sube a Dios no solamente despojado de toda nuestra debilidad e imperfección, sino adornado de toda la excelencia de Aquel que vive siempre en la presencia de Dios, no solamente para simpatizar e interceder, sino también para presentar nuestros sacrificios de acciones de gracias y de alabanzas. Todo esto está lleno de aliento y de consuelo. ¡Cuán a menudo tenemos que lamentarnos por nuestra frialdad, de nuestra esterilidad, de nuestra falta de vida, tanto en privado como en público! Parece que somos incapaces de hacer algo más que proferir un gemido o un suspiro. Pues bien, Jesús —y éste es el fruto de su gracia— toma este gemido o este suspiro, y lo presenta a Dios en todo el valor de lo que es. Ello es parte de su ministerio actual por nosotros en la presencia de nuestro Dios, ministerio que Él se complace en cumplir —¡bendito sea su Nombre!—. Él halla su gozo en llevarnos sobre su corazón ante el trono. Piensa en cada uno de nosotros en particular, como si no tuviera más que uno solo en quien pensar. Continuará...