LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 13

1- HAY UNA ASAMBLEA DE DIOS EN LA TIERRA Él vincula toda la divinidad, todo el valor, toda la eficacia de su propio e inmortal Nombre divino a un oscuro y reducido número reunido alrededor de él. Debe ser muy evidente para la mente espiritual que el Señor Jesús, al hablar de los “dos o tres”, no pensaba en aquellos vastos sistemas que surgieron en tiempos antiguos, en la Edad Media y en la Moderna, en Oriente y en Occidente, que contaban sus adherentes y promotores no por “dos o tres”, sino por reinos, provincias y parroquias. Es evidente que un reino de bautizados y “dos o tres” almas vivientes, reunidas en el Nombre de Jesús, no significan ni pueden significar lo mismo. La cristiandad bautizada es una cosa y la Asamblea de Dios es otra. Pronto veremos lo que es esta última, pero desde ya afirmamos que ellas no son ni pueden ser la misma cosa. Se las confunde constantemente, pese a que no existen dos cosas que puedan ser más distintas. Si deseamos saber bajo qué figura presenta Cristo al mundo bautizado, sólo tenemos que mirar la “levadura” y el “grano de mostaza... que se hace árbol”, de Mateo 13. La primera representa el carácter interno y el segundo el carácter externo del “reino de los cielos”, de aquello que había sido originalmente establecido en la verdad y la pureza como una cosa real, aunque pequeña, la cual, por la pérfida acción de Satanás, vino a ser interiormente una masa corrompida, si bien exteriormente resultó algo popular, de gran apariencia y muy extendido en la tierra, reuniendo toda clase de gente bajo la sombra de su patrocinio. Tal es la lección —la sencilla aunque profundamente solemne lección— a extraer, por la mente espiritual, de la “levadura” y del “árbol de mostaza” de Mateo 13. Continuará...

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