ACÉRCATE SEDIENTO Parte 57

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 57

Segunda parte: Apóyate en Su Energía

SIETE: En espera del poder

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2.1-4). Los dudosos se convirtieron en profetas. Pedro predicó y la gente vino, y Dios abrió las compuertas del movimiento más grande en la historia. Empezó porque los seguidores estuvieron dispuestos a hacer algo trascendental: Permanecer en el lugar correcto en espera del poder. Nosotros vacilamos mucho para hacer lo que ellos hicieron. ¿Quién tiene tiempo para esperar? Nos echamos a la pena con tan solo pensarlo, pero lo cierto es que esperar no tiene que ver con inactividad, más bien con actividad en Él.

Esperar significa velar por su llegada. Si esperas el bus, estás pendiente de su aparición. Si esperas a Dios, estás pendiente para verlo tan pronto llegue, lo buscas y abrigas la esperanza de ser encontrado por Él. Grandes promesas vienen a aquellos que saben esperar. «Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40.31). A aquellos que todavía luchan, Dios dice: «Esperen en mí». Además, se debe esperar en el lugar indicado. Jesús no nos dice que permanezcamos en Jerusalén, pero sí que permanezcamos honestos, fieles y verdaderos. «Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres» (1 Samuel 12.15). ¿Estás abultando tus bolsillos por medios ilegales? ¿Estás entregando tu cuerpo a alguien que no lleva tu nombre ni porta tu anillo? ¿Es tu boca un Amazonas de chismería? Si decides vivir en la parada del bus de la desobediencia, necesitas saber algo: El bus de Dios no hace paradas allí. Acude al lugar de la obediencia: «También el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen» (Hechos 5.32). Continuará...


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