ACÉRCATE SEDIENTO Parte 60

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 60

Segunda parte: Apóyate en Su Energía

OCHO: El guante que Dios quiere

Te sientes muy orgulloso de los guantes nuevos que acabas de comprar. El par viejo estaba desgastado y raído, te dejaba sin defensas contra el frío invernal. Por eso saliste a buscar guantes nuevos hasta que encontraste el par perfecto. ¿Cuántos examinaste? Varias docenas. ¿Cuántos probaste? Casi el mismo número. Después de todo, ¿de qué sirven los guantes si no te gustan o no te entran? Al fin encontraste los que querías. La asistente del almacén te hizo el favor porque buscó debajo del mostrador y sacó un par en el empaque original. Pagaste el precio fijado y saliste al mismo tiempo que abrías la bolsa. Ahora sales a la avenida en una mañana helada y te preparas para ponerte tus guantes recién comprados. Empiezas a caminar por el andén, quitas la cubierta de plástico e introduces tu mano en el material abrigador del guante, solo para quedar a medio camino.

Un momento, ¡no puedes introducir tus dedos en las cavidades del guante! Las cinco entradas están firmemente cosidas. ¿Defecto de fábrica? ¿Una mala broma del almacén? ¿Quién sabe? Una cosa es cierta: Tus dedos no caben en el guante. Tu puño sí, pero no tu mano extendida. No es problema, dices para tus adentros, me las arreglaré como pueda. Entonces introduces tu puño en la palma del guante con tus dedos doblados mientras los dedos del guante quedan colgando. No es lo que tenías en mente, pero si de huirle al frío se trata no es como para quejarte. Los dedos doblados se sienten cómodos y ya no te preocupa que se congelen. La temperatura no es problema, pero sí lo es la funcionalidad. ¿Has intentado alguna vez levantar un periódico con los dedos doblados dentro de un guante? 

Continuará...


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