ACÉRCATE SEDIENTO Parte 66

 

ACÉRCATE SEDIENTO Parte 66

Segunda parte: Apóyate en Su Energía

OCHO: El guante que Dios quiere

—Señora Mosca, ¿por qué vuela en el avión? ¿Por qué no se queda quieta y disfruta el viaje? Su respuesta fue bastante engreída. —¿Acaso usted quiere que yo deje estrellar esta aeronave? ¿No se da cuenta de que me necesita? Mis alas son esenciales para la seguridad de este vuelo. Sacó el pecho y voló hasta la cabina del avión. Al regresar unos momentos después, ya no se veía tan confiada. El temor era evidente en sus ojos diminutos. —¡No creo que pueda sostenerlo más! —¿Sostener qué? —¡El avión! No creo que pueda mantenerlo en vuelo. Estoy moviendo las alas con todas mis fuerzas, pero ya las tengo cansadas. No sé cuánto más puedo durar. Opté por la franqueza. —¿No sabe que eso no depende de usted? Usted está rodeada por una fuerza impresionante que la mantiene en el aire con un poder que no le pertenece. ¡Deje de volar! A usted no le toca volar esta aeronave de vuelta a casa. La mosca me miró como si yo estuviera loco y me dijo que no la importunara.

Es mi esperanza que no hagas tú lo mismo. Hay algunos de ustedes que en verdad necesitan sentarse ya mismo a descansar. Vuelan con afán de un lado al otro, siempre ocupados, pensando todo el tiempo que el éxito de este viaje depende de ustedes. ¿Acaso tienes miedo de detenerte a descansar? Mira por la ventana. Las alas de Dios son las que te sostienen. El motor de Dios es el que te moviliza. Puedes aletear como una mosca furiosa, pero jamás podrás acelerar este vuelo. A ti te corresponde la tarea de sentarte y confiar, en una palabra, recibir. Acepta su poder. Solo tienes que ser el guante y dejar que Él acomode su mano en tu vida. Ríndete a su plan. Líbrate por completo de esas alimañas que carcomen los cables. Por último, persevera. Busca sin cesar al Espíritu de Dios. Aceptación. Rendición. Perseverancia. Tan solo pide, porque tu Padre celestial ¡dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Lucas 11.13).