ACÉRCATE SEDIENTO Parte 77


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 77

Tercera parte: Confía en Su Señorío

DIEZ: En Dios [casi] confiamos

Confesar la soberanía de Dios equivale a reconocer el reino de Dios, su autoridad real y poder absoluto sobre todo lo que sucede. Acogerse a la soberanía de Dios es beber del pozo de su señorío y tomar la decisión de aceptar su voluntad venga lo que venga, mientras nos mantenemos aferrados al velero inerme en medio de la tormenta. Por supuesto, no hablo de Milton y el mar sino de Dios y la vida. Tenemos que mirar al Capitán de nuestras almas y confiar en que Él sabe lo que es mejor. Después de todo, ¿no está Él encargado de las actividades del universo? Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho (Salmo 115.3). Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? (Isaías 43.13). [Yo] anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero (Isaías 46.10). … habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1.11).

Los decretos divinos dirigen al cosmos. Jesús informó a Pilato: «Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Juan 19.11). Los líderes judíos creyeron ser los que habían enviado a Cristo a la cruz. Pedro los corrigió al declarar que Jesús fue «entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios» (Hechos 2.23). Jeremías hizo la pregunta retórica: «¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?» (Lamentaciones 3.37). El libro de Daniel declara: ¡No! «Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?» (Daniel 4.35). La Biblia, desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento, desde los profetas y los poetas hasta los predicadores, entona en coro unánime: Dios dirige los asuntos de la humanidad. Como Pablo lo confirmó: «[Dios es ] el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores». Él es quien tiene control sobre todas las cosas. Continuará...

 

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