ACÉRCATE SEDIENTO Parte 78

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 78

Tercera parte: Confía en Su Señorío

DIEZ: En Dios [casi] confiamos

Ninguna hoja cae al suelo sin que Dios lo sepa. Ningún delfín da a luz sin su permiso. Ninguna ola se estrella contra la costa fuera de sus cálculos. Dios nunca ha sido sorprendido, ni una sola vez. «[El Hijo] ... sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Hebreos 1.3). «Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas» (Hechos 17.25). El rey David proclamó: «En tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas» (Salmo 139.16). Negar la soberanía de Dios supone hacer muchos tijeretazos que dejan como resultado una Biblia descuartizada, con muchos huecos en lugar de versículos y pasajes enteros. Así suene inverosímil, muchas personas optan por extirpar esos pasajes a su antojo. Incapaces de reconciliar el sufrimiento humano con la soberanía divina absoluta, diluyen la Palabra de Dios como lo hizo el rabino Kushner. Su libro ¿Por qué le suceden cosas malas a la gente buena? [Why Bad

Things Happen to Good People] llegó a una conclusión descorazonadora: Dios no puede regir el mundo. Kushner sugirió que Job, el atormentado más famoso de la historia, «se vio obligado a escoger entre un Dios bueno, que no es del todo poderoso, o un Dios poderoso que no es del todo bueno». El rabino habla en representación de muchos. Dios es fuerte o Dios es bueno, pero no puede ser ambas cosas al mismo tiempo. De otro modo, ¿cómo se explican los defectos de nacimiento, los huracanes que arrasan costas, el SIDA o el genocidio de los Tutsi en la década de los noventa? Si esto le interesa a Dios, entonces Él no es fuerte. Si es fuerte, entonces no le importa lo que nos pase. No puede ser bueno y fuerte. No obstante, de acuerdo a la Biblia, así es Dios. De hecho, según la Biblia, el problema ni siquiera radica en la fuerza o la bondad de Dios. Continuará...


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