ACÉRCATE SEDIENTO Parte 85


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 85

Cuarta parte: Recibe Su Amor

CATORCE: En busca de la profundidad

Imagínate a Ferreras en la profundidad del mar. Después de bajar el equivalente a un edificio de cinco pisos, ¿a dónde puede dirigir la mirada sin ver agua? A la derecha, a la izquierda, por debajo y por encima. La sustancia común de su mundo es agua. El agua es lo que define sus aventuras de buceo y dicta su dirección, lo libera y al mismo tiempo lo limita. Su mundo es el agua.

¿Puede una persona profundizar a tal grado en el amor de Dios? ¿Hundirse tan hondo que no ve más que el amor de Dios? David Brainerd, el misionero del siglo dieciocho entre los indios americanos, podría identificarse con tal experiencia, como lo relató en su diario: Me retiré al mismo lugar de siempre, en una gran tranquilidad. Sabía que al exhalar solo saldría mi deseo de conformidad perfecta a Él en todas las cosas. Dios era tan precioso que el mundo con todos sus deleites parecía infinitamente vil. No deseaba más el favor de los hombres que el comer piedras. Al mediodía tenía los anhelos más ardientes por Dios que he sentido jamás en toda mi vida.

En mi retiro secreto, no podía hacer más que decir a mi amado Señor en la más dulce calma que nada deseaba sino a Él y nada más que su santidad, que Él me había dado estos deseos y que era el único que podía conceder mis anhelos más profundos. Nunca he estado tan desconectado de mí mismo y consagrado por entero a Dios. Así mi corazón permanecía absorbido en Dios durante la mayor parte del día. Para cualquiera que desee un descenso tan profundo en el amor divino, la Biblia ofrece un ancla. Aférrate a este versículo y deja que te lleve a la profundidad: «Dios es amor» (1 Juan 4.16). Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario