ACÉRCATE SEDIENTO Parte 86


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 86

Cuarta parte: Recibe Su Amor

CATORCE: En busca de la profundidad

Una palabra en el pasaje revela la sorpresa suprema del amor de Dios, la cual consiste en que no tiene nada que ver contigo. Otros te aman por ti, porque te salen hoyuelos en la cara al sonreír o por tu manera de hablar que entretiene y cautiva. Hay personas que te aman debido a lo que eres, pero no Dios. Él te ama debido a lo que Él es. Él te ama porque decide hacerlo. Su amor no tiene causa fuera de Él y es espontáneo ciento por ciento porque solo depende de su elección para darlo. «No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó» (Deuteronomio 7.7-8). Tú no influyes el amor de Dios así como no puedes afectar la naturaleza arbórea de un árbol ni lo celeste del cielo ni lo rocoso de la piedra. Tampoco puedes afectar el amor de Dios. Si pudieras, Juan habría usado más tinta para escribir: «Dios es amor ocasional» o «amor esporádico» o «amor en las buenas». Si tus acciones alteraran su devoción, Dios no sería amor sino que sería humano porque así es el amor humano.

Lo cierto es que ya has tenido suficiente amor humano, ¿no es así? Ya bastantes tipos te han coqueteado con sinceridad de imitador de Elvis Presley. Suficiente información hay en los diarios que te dicen que tu amor verdadero está a una sola dieta de distancia. Suficientes expectativas infladas con helio por parte de jefes, padres y pastores. Suficientes mañanas en las que hueles los errores que cometiste en tu búsqueda de amor la noche anterior. ¿No necesitas una fuente de amor que nunca se seque? La encontrarás en un monte pedregoso en las afueras de las murallas de Jerusalén, donde Jesús cuelga clavado y coronado de espinas. Cuando sientas que nadie te ama, asciende este monte. Medita muy bien en el amor de Dios por ti. Continuará...


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