ACÉRCATE SEDIENTO Parte 87

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 87

Cuarta parte: Recibe Su Amor

CATORCE: En busca de la profundidad

Ojos cerrados a golpes, hombros molidos como carne cruda, labios sangrientos y partidos. Barba ensangrentada y arrancada a puños. Resuellos de aire que escapan de los pulmones. Mientras observas el rostro escarlata del único Hijo del cielo, recuerda esto: «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5.8). No confíes en otros patrones de medida como lo hacemos con frecuencia al ver a los saludables o los exitosos del mundo y llegar a esta conclusión: Dios de verdad debe amar a esa persona, porque ha recibido muchas bendiciones como salud, dinero, buen aspecto y talentos.

También puede ser que nos vayamos al otro extremo. Si estamos solos y frágiles en una cama de hospital, deducimos: Dios no me ama, ¿acaso podría? Mira cómo estoy. ¡Rechaza esos pensamientos! El éxito no es un indicativo del amor de Dios, así como las luchas tampoco indican su ausencia. El criterio de medición definitivo y aprobado por Dios no es que pasemos un buen día o que nos vaya muy mal, sino las horas que pasó su Hijo clavado a la cruz. Considéralas con frecuencia y asegúrate de que no pase mucho tiempo entre tus visitas a la cruz. Descubre lo que Brainerd quiso dar a entender cuando dijo: «Mi corazón permanecía absorbido en Dios durante la mayor parte del día». Acepta esta invitación de Jesús: «Permanece en mi amor» (Juan 15.9). Si permaneces en un lugar, es porque vives allí. Te familiarizas con los alrededores y al llegar no preguntas: «¿Dónde debo parquear?» No consultas los planos de la casa para encontrar la cocina. Permanecer significa estar en casa. Continuará...


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