ACÉRCATE SEDIENTO Parte 90

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 90

Cuarta parte: Recibe Su Amor

CATORCE: En busca de la profundidad

Todos tienen que hacer del amor de Dios su hogar permanente. Así quedaría redactada: Ninguna persona puede salir al mundo y empezar el día hasta que se haya colocado bajo la cruz para recibir el amor de Dios. Taxistas. Presidentes. Predicadores. Dentistas y camioneros. Todos deben quedarse junto a la fuente de su favor hasta que calmen toda su sed. Me refiero a una satisfacción tal que digan: «No puedo beber una gota más». Entonces, y solo entonces, se les permitirá ingresar a las autopistas, los laboratorios, las oficinas, los salones de clase y las plantas del mundo. ¿No anhelas en lo más profundo el cambio que esto produciría? Menos ruido de bocinas en la calle, menos encontronazos y más abrazos y niños felices. Juzgaríamos menos y halagaríamos más. El perdón sería la norma en todo el mundo. ¿Cómo rehusaría uno darle otra oportunidad a alguien cuando Dios ha convertido nuestra vida entera en el chance más grande jamás concedido? Los médicos reemplazarían las recetas de sedantes con meditación en las Escrituras: «Cada hora, reflexione seis veces en la promesa de Dios: ‘Con amor eterno te he amado’» (Jeremías 31.3, cursivas añadidas). ¿Alcanzas a oír el anuncio noticioso? "Desde la implementación de la ley del amor, la tasa de divorcios ha bajado, los casos de niños que huyen de sus hogares han disminuido y los republicanos y demócratas han disuelto sus partidos para trabajar conjuntamente". ¿Es una idea alocada? Estoy de acuerdo. El amor de Dios no puede ser impuesto por ley, pero sí puede ser la opción preferida. Opta por vivir conforme a él, ¿no te parece? Por el bien de tu corazón. Por el bien de tu hogar. Para gloria de Cristo y bien tuyo, opta por él. Esta oración es tan poderosa como simple: «Señor, recibo tu amor. Nada puede separarme de tu amor». Mi amigo Keith llevó a su esposa Sara a Cozumel en México, para celebrar su aniversario. A Sara le encanta bucear. Solo hay que darle aletas, máscara y un tubo para respirar, y de inmediato se sumergirá lo más hondo que pueda. Se lanzará al agua para explorar los misterios profundos.

Keith también cree que para bucear se necesitan aletas, máscara y tubo para respirar, pero además incluye una tabla flotadora porque la superficie le satisface lo suficiente. Sara lo convenció de aventurarse en la profundidad. A 20 metros de la orilla, le dijo que se acercara en su tabla, lo cual hizo su esposo. Ambos se metieron al agua y ella le mostró una cruz de 7 metros de largo que estaba sumergida. «Si hubiera podido aguantar más bajo el agua», como confesó después, «el espectáculo me habría dejado sin aire». Jesús también te invita desde la distancia a que desciendas y lo veas en lo profundo. Olvida las miradas superficiales y las quemaduras del sol en tu espalda. Desciende a la parte honda. Respira todo el oxígeno que puedas y sumérgete tan profundo en su amor que nada más puedas ver. Únete al salmista para declarar: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre ... Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. «Tu rostro buscaré, oh Jehová»(Salmos 73.25-26; 27.8).


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