ACÉRCATE SEDIENTO Parte 92

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 92

Cuarta parte: Recibe Su Amor

QUINCE: ¿Has oído el portazo en tu celda?

Es fácil entender por qué. ¿Puedes imaginar un ruido más fatídico? Su eco anunció sin palabras: «Tu padre te rechaza. Búscalo por donde quieras, ya no lo encontrarás. Ruega todo lo que quieras, él no te escuchará. Estás separado del amor de tu padre». El golpe en la celda al cerrarse la puerta. Muchos temen haberlo escuchado ya. Alfred olvidó su responsabilidad de llegar a tiempo a casa. Tú olvidaste tu virtud. El pequeño Alfred llegó tarde a casa y tal vez tú llegaste bajo el efecto del alcohol, pero es posible que ni siquiera te hayas aparecido. Alfred perdió la noción del tiempo. Tú perdiste tu sentido de dirección y terminaste en el lugar equivocado y haciendo lo erróneo, y sabe el cielo que no hay lugar allí para los engañadores, los homicidas, los que abortan, los adúlteros, los que pecan en secreto, los que desfalcan en público, los impostores, los hipócritas en la iglesia.

Estás encerrado en el calabozo, no a manos de un padre terrenal sino por orden del Padre celestial. Encarcelado, no en una celda de Inglaterra sino en tu propia culpabilidad y vergüenza personal. Ya ni se puede suplicar misericordia porque la cuenta está sobregirada. Ni siquiera apeles para recibir gracia porque ese cheque no tiene fondos. Has ido demasiado lejos. El temor a perder el amor paterno es difícil de sobrellevar. Alfred pasó el resto de su vida oyendo el portazo en la celda. Esa experiencia temprana de terror contribuyó a su dedicación de toda una vida a crear lo mismo en otros. Para aquel joven (Alfred Hitchcock), significó una carrera exitosa por el uso del miedo sembrado en los espectadores. Es posible que tú también asustes a la gente. Tal vez no te propongas hacerlo, pero lo cierto es que no puedes dar lo que no tienes. Si no estás convencido del amor de Dios, ¿cómo puedes amar a otros? ¿Temes haber oído ya el portazo en tu celda? En ese caso, quédate tranquilo. No ha sido así. Tu imaginación dice que lo has oído y hasta la lógica lo confirma. Algún padre o dictador de púlpito dirá que sí lo oíste. Pero según la Biblia, según Pablo, no fue así. Continuará...


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