ACÉRCATE SEDIENTO Parte 96

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 96

Cuarta parte: Recibe Su Amor

QUINCE: ¿Has oído el portazo en tu celda?

¿Fue esta la historia que oyó Pablo? Si es así, habría sido suficiente para convencerlo. Uno puede desertar a Jesús y Él nunca dejará de amarle. Pedro da hasta más fuerza al verbo, pues podría cambiar desertar por negar. Uno puede hasta negar a Jesús, y Él todavía le amará. Al mismo tiempo que Cristo soportó la prueba, Pedro enfrentó la suya. Mientras trataba de calentarse junto al fuego, «se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices» (Mateo 26.69-70). Ah, la fe saltarina de Pedro. Le hizo llegar tan alto que Cristo le puso por sobrenombre la Roca (Mateo 16.16-19), y al instante le hizo caer tan bajo que Jesús lo llamó Satanás (Mateo 16.21-23). ¿Quién prometió lealtad con más insistencia? ¿Quién cayó de forma más inexcusable? Quizá entenderíamos que esto sucediera a otros, pero aquí hablamos de la negación de Jesús por parte de Pedro, aquel cuyos pies se desplazaron sobre el agua, cuyas manos distribuyeron comida milagrosa a más de cinco mil, cuyos ojos vieron a Moisés y Elías junto a Jesús en el monte de la transfiguración, cuyos labios juraron lealtad hasta la muerte. ¿Recuerdas lo que Jesús le dijo?

«De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo» (Mateo 26.34-35). Pero lo hizo. Tres veces. Saló el aire con vulgaridades y maldijo el nombre de su amigo querido. Después cantó el gallo. ¿Sabes que el canto de ese gallo tuvo el mismo efecto que el portazo de una celda? "Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente" (Lucas 22.61-62). Jesús nunca más querrá verme, debió haber pensado Pedro. Se equivocó. Pocos días después de la resurrección, Pedro y otros discípulos decidieron regresar a Galilea a pescar. ¿Por qué? ¿Por qué se iría de pesca un testigo de la resurrección? Es posible que haya sentido hambre, o también que no estuviera convencido del todo. Claro que Cristo puede derrotar la muerte, pero ¿será que puede amar a un farsante y embustero? Quizás Pedro tenía sus dudas. Continuará...


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