ACÉRCATE SEDIENTO Parte 100
Cuarta parte: Recibe Su Amor
DIECISÉIS: Enfrenta sin temor la eternidad
Ella anticipó de inmediato mi reacción y dijo: «Es que sentí cosquillas». Tenemos una palabra para esos momentos embarazosos. Juicio. Retribución y desquite. La evidencia habla por sí sola y la verdad está a la vista. El policía ya está al lado de tu puerta. A nadie le gusta la idea de ser sometido a juicio. Por supuesto, tampoco a los cristianos en Éfeso. Temían ser juzgados, no por la patrulla de carreteras sino por Dios. Sabían que Él ve todo pecado y aborrece todo pecado. Por tanto, no les tranquilizaba saber que Él seguramente aborrecía lo que estaba viendo en ellos, y estaban llenos de miedo.
Por eso Juan les reconfortó. Introdujo su pluma de escribano en el tintero del amor de Dios y escribió: En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor (1 Juan 4.17-18, cursivas añadidas).
«El perfecto amor echa fuera el temor». ¿No te vendría bien una expulsión de temor? Podemos identificarnos con la historia de Louis Armstrong. El famoso trompetista creció en el área rural de Louisiana a principios del siglo veinte. Siendo niño, su tía Haddie lo enviaba con frecuencia a la quebrada para traer agua. En cierta ocasión, al inclinarse para llenar el balde, un lagarto lo asustó tanto que dejó tirado el balde y salió corriendo. Su tía le dijo que se volviera para traer el agua y le aseguró: «Mira, ese lagarto tiene tanto miedo de ti como tú de él». «Si es así», le respondió, «entonces el agua de esa quebrada no es buena para beber». Continuará...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario