ACÉRCATE SEDIENTO Parte 106

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 106

Cuarta parte: Recibe Su Amor

DIECISIETE: Si Dios te escribiera una carta

Muchos de los niños salvadoreños duermen con las notas que recibieron, asombrados de que alguien de un lugar tan lejano como Texas esté pensando en ellos. Es increíble todo lo que puede hacer en un niño una simple carta procedente de tierras lejanas. Tú lo sabes muy bien. Como los regalos de los niños, tus regalos vienen de un lugar distante. A diferencia de los niños de la aldea, tú tienes navidad todos los días. Tu caja de zapatos no contiene juguetes ni libros, ¡sino a Dios mismo! Su obra: en la cruz y en la resurrección. Como resultado, tu pecado no inculpa y la tumba no atemoriza. Su energía: no depende de ti. Puedes soportarlo todo por medio de Cristo, quien te da la fortaleza. Su señorío: Él está encargado de ti y vela por ti. Su amor: ¿qué puede separarte de su amor?

¿Quién podría imaginarse regalos de tal envergadura? ¿Acaso alguien no estaría dispuesto a abrirlos y disfrutarlos? Lo más curioso del asunto es que a algunos de los niños salvadoreños hay que decirles que abran sus regalos, ¡porque creen que la caja es el regalo! Es mucho más bonita que cualquier posesión que hayan tenido. Algunos ven el moño y el empaque brillante y adornado, y piensan: Eso es todo. Este es el regalo. Si nadie les dijera algo distinto, se llevarían la caja a su casa con piso de tierra, la pondrían en un lugar destacado para admirarla y mostrarla a otros, pero nunca la abrirían. ¿Acaso no hacemos lo mismo con Cristo? ¿No somos propensos a mantenerlo a distancia? Lo ponemos en el anaquel de nuestro corazón porque le tenemos gran respeto y reverenciamos su nombre, pero nunca abrimos sus regalos. Nunca hurgamos en la caja, nunca desempacamos su presencia en el suelo polvoriento de nuestras preocupaciones y labores, de nuestros pecados y sinsabores. Continuará...


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