APLAUSO DE CIELO 11 PARTE

 


APLAUSO DE CIELO 11 PARTE

CUANDO VIO A LAS MULTITUDES, SUBIÓ A LA LADERA DE UNA MONTAÑA Y SE SENTÓ.

2: SU CUMBRE

«Estoy metido en tantas cosas que no puedo atender ningún asunto como corresponde», se quejaba un padre joven. ¿Se identifica? Cuando tenía diez años, mi madre me inscribió en clases de piano. Ahora bien, muchos jovencitos se destacan en el teclado. Yo no. Pasar treinta minutos cada tarde atado a una banqueta de piano era una tortura parecida a tragar vidrio molido. El metrónomo inspeccionaba cada segundo con lentitud glacial antes de permitirle pasar. Sin embargo, creo, aprendí a disfrutar algo de música. Martillaba los staccatos. Me esmeraba en los crescendos. Los finales estruendosos los hacía sonar como timbales. Pero había una instrucción en la música que nunca lograba obedecer a entera satisfacción a mi profesora. El silencio. La marca en zigzag que ordenaba hacer nada. ¡Nada! ¿Qué sentido tiene eso? ¿Por qué sentarse al piano y hacer una pausa cuando se puede golpear? «Porque», explicaba mi profesora con paciencia, «la música siempre es más dulce después de un descanso».

A la edad de diez años eso no tenía sentido para mí. Pero ahora, unas pocas décadas más tarde, las palabras resuenan con sabiduría, sabiduría divina. A decir verdad, las palabras de mi profesora me hacen recordar las convicciones de otro Maestro. «Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña…» No lea la oración con tanta rapidez que se pierde la sorpresa. Mateo no escribió lo que usted esperaría que escribiese. El versículo no dice: «Cuando vio a las multitudes, se metió en medio de ellos».  «Cuando vio a las multitudes, sanó sus dolencias».  «Cuando vio a las multitudes, los sentó y comenzó a enseñarles». En otras ocasiones hizo eso… pero esta vez no. Antes de dirigirse a las masas, se fue a la montaña. Antes de que los discípulos se encontrasen con las multitudes, se encontraron con Cristo. Y antes de enfrentarse a la gente, les fue recordado lo sagrado. Con frecuencia escribo avanzada la noche. No necesariamente porque me guste, sino porque la cordura sólo llega a nuestra casa después del noticiero de las diez. Continuará...


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