APLAUSO DE CIELO 15 PARTE

 


APLAUSO DE CIELO 15 PARTE

DICHOSOS… LOS POBRES EN ESPÍRITU…

3: LOS POBRES PUDIENTES

Podríamos empezar con la risa de Sarai. Su cara arrugada cubierta por sus manos huesudas. Sus hombros estremeciéndose. Sus pulmones sibilantes. Sabe que no debe reír; no es permitido reírse de lo que dice Dios. Pero justo cuando logra recuperar el aliento y secarse las lágrimas, recuerda el asunto… y una nueva ola de risa hace que se doble en dos. Podríamos comenzar donde Pedro se queda mirando asombrado. Es una mirada atónita. Sus ojos tienen el tamaño de pomelos. Ni siquiera presta atención a los pescados apilados hasta sus rodillas y al agua que lame el borde del barco. No escucha que le ordenan que se despierte y ayude. Pedro está aturdido, lo domina un pensamiento, un pensamiento demasiado ridículo para expresarlo en voz alta.

Podríamos comenzar con el descanso de Pablo. Durante tres días ha luchado; ahora descansa. Está sentado en el suelo, en un rincón. Su rostro está desfigurado. Su estómago vacío. Sus labios están resecos. Bolsas cuelgan debajo de sus ojos cegados. Pero tiene una leve sonrisa en los labios. Un fresco arroyo está fluyendo hacia una laguna estancada, y el agua es dulce. Pero no empecemos con estos. Comencemos en otra parte. Veamos primeramente al joven profesional de economía floreciente (yuppie) del Nuevo Testamento que está negociando. Es rico. Zapatos italianos. Traje a la medida. Su dinero está invertido. Su plástico es dorado. Vive de la misma manera que vuela: primera clase. Es joven. Aleja la fatiga desarrollando músculos en el gimnasio y hunde al envejecimiento en el cesto de la cancha. Su barriga es plana, sus ojos agudos. La marca que lo caracteriza es la energía, y la muerte está a una eternidad de distancia. Es poderoso. Si no lo cree así, basta con preguntarle. ¿Tiene usted preguntas? Él tiene respuestas. ¿Tiene problemas? Él tiene soluciones. ¿Tiene dilemas? Él tiene opiniones. Continuará...


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