APLAUSO DE CIELO 35 PARTE


 APLAUSO DE CIELO 35 PARTE

…PORQUE RECIBIRÁN CONSUELO

6. TOQUES DE TERNURA

No soy profeta, ni hijo de profeta, pero algo me dice que, en general, los momentos tiernos ya descritos son infinitamente más valiosos que cualquier cosa que pueda hacer yo al frente de una pantalla de computadora o de una congregación. Algo me dice que los momentos consoladores que doy a mi hija representan un costo muy pequeño para pagar a cambio del gozo de ver alguna vez a mi hija hacer por su hija lo que su padre hizo por ella. Momentos consoladores de un padre. Como padre, puede decirle que son los momentos más dulces de mi día. Se presentan naturalmente. Con gusto. Gozosamente. Si todo eso es verdad, si sé que uno de los privilegios de ser padre es consolar a un niño, ¿por qué entonces estoy tan poco dispuesto a permitir que mi Padre celestial me consuele? ¿Por qué se me ocurre que Él no querría escuchar mis problemas? («Son poca cosa comparados a la gente que muere de hambre en India».) ¿Por qué se me ocurre que está demasiado ocupado para atenderme? («Él debe ocuparse de todo el universo».) ¿Por qué creo que está cansado de escuchar siempre las mismas cosas? ¿Por qué pienso que protesta cuando ve que me acerco?

¿Por qué se me ocurre que revisa su lista cuando pido perdón y pregunta: «¿No le parece que está yendo a la fuente demasiadas veces con este asunto?» ¿Por qué creo que en su presencia tengo que hablar un lenguaje sagrado que no uso con nadie más? ¿Por qué se me ocurre que Él no le hará, en un instante, al padre de las mentiras lo que pensé hacerle a los padres de esos bravucones del ómnibus? ¿Pienso que sólo se expresaba en forma poética cuando me preguntó si las aves del cielo y la hierba del campo se preocupan? (No señor.) Y si ellos no lo hacen, ¿por qué se me ocurre que yo sí lo haré? (Esteee.…)  ¿Por qué no le creo cuando dice: «Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en el cielo dará buenos regalos a los que le pidan?»   ¿Por qué no permito que mi Padre haga por mí lo que estoy más que dispuesto a hacer por mis propios hijos? Sin embargo, estoy aprendiendo. Ser padre es mejor que un curso de teología. Ser padre me está enseñando que cuando me critican, me hieren o me asustan, hay un Padre que está dispuesto a consolarme. Hay un Padre que me sostendrá hasta que me sienta mejor, me ayudará hasta que pueda convivir con el dolor, y que no se dormirá cuando sienta temor de despertarme y ver la oscuridad. Jamás. Y eso me basta.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario