APLAUSO DE CIELO 53 PARTE

 


APLAUSO DE CIELO 53 PARTE

SERÁN TRATADOS CON COMPASIÓN.

11: EL PADRE FRENTE AL ENEMIGO

¿Lo suelto o alimento el resentimiento? ¿Permito que se sanen mis heridas, o que el dolor se convierta en odio?» Esa es una buena definición de resentimiento: Resentimiento es permitir que su dolor se convierta en odio. Resentimiento es permitir que aquello que lo carcome se lo coma a usted. Resentimiento es atizar, alimentar y aventar el fuego, avivando así las llamas y reviviendo el dolor. Resentimiento es una decisión deliberada de alimentar la ofensa hasta convertirlo en un rencor negro, peludo y gruñón. Rencor es una de esas palabras que se autodefinen. Su sonido mismo delata su significado. Dígala lentamente: «Rrrrr-eeen-corrr». Empieza con un gruñido. «Rrr…» Como un oso con mal aliento que sale de hibernación o un perro sarnoso defendiendo su hueso en un callejón. «Rrrr…» Estar cerca de una persona resentida y acariciar a un perro gruñón producen el mismo grado de placer. ¿Acaso no le encanta estar junto a personas que alimentan su rencor? ¿No le deleita escuchar sus cantinelas de desgracias? ¡Son tan optimistas! Tan llenas de esperanza. Rebosan de vida.

Usted sabe que no es así. Usted y yo sabemos, que si de algo rebosan es de enojo. Y si de algo están llenas, es de ponzoñosos dardos de condenación para todas las personas que las hayan lastimado. Los rencorosos y los animales furiosos se parecen mucho. Ambos son irritables. Son explosivos. Ambos pueden ser rabiosos. Alguien debiera fabricar un rótulo que pudiesen llevar al cuello los resentidos: «Cuidado con el Rrrrrencoroso». Hay algo que usan los rencorosos. Lodo. No basta con acusar; es necesario atacar el carácter de la otra persona. No es suficiente señalar con el dedo; hay que apuntar con un rifle. Se lanzan calumnias. Se asignan apodos. Se cierran los círculos. Se levantan paredes. Y se crean enemigos. Otro problema que se les presenta a los rencorosos es la porquería que deben atravesar laboriosamente. Lodo cenagoso. Resentimiento negro, espeso que llega hasta los tobillos y le quita vigor al paso. Nada de alegres saltos por las praderas. Nada de saludables subidas a la montaña. Únicamente día tras día de caminar en la tormenta, hombros inclinados contra el viento, pies arrastrándose en la porquería que la vida le ha entregado. Continuará...


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