APLAUSO DE CIELO 56 PARTE


 APLAUSO DE CIELO 56 PARTE

SERÁN TRATADOS CON COMPASIÓN.

11: EL PADRE FRENTE AL ENEMIGO

Jesús contó la historia de un rey que decidió ajustar todas sus cuentas con los que trabajaban para él. Citó a sus deudores y les dijo que pagaran. Un hombre debía una cantidad demasiado grande para devolver… una deuda que nunca podría ser saldada. Pero cuando el rey vio al hombre y escuchó su historia, su corazón se compadeció, y borró su deuda. Al alejarse dicho hombre del predio del palacio, sé encontró con un compañero de trabajo que le debía una suma pequeña. Agarró al deudor y comenzó a estrangularlo, exigiendo el pago. Cuando el hombre pidió compasión, esta le fue negada. En lugar de eso, el que acababa de ser perdonado hizo echar a la cárcel a la persona que le debía.

Cuando el rey se enteró, se enfureció. Y Jesús dice: «Y enojado su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía».  ¿Podría verdaderamente ocurrir que a alguno se le perdonase una deuda de millones y éste fuese incapaz de perdonar una de cientos? ¿Podría una persona ser liberada para luego encarcelar a otra? No es necesario que sea un teólogo para responder a esas preguntas; sólo basta mirar al espejo. ¿Quién de nosotros no ha suplicado a Dios el domingo pidiendo compasión para luego exigir justicia el lunes? ¿Quién no ha servido de traba en lugar de ser un conductor del amor de Dios? ¿Existe alguno que no haya en una ocasión u otra despreciado «las riquezas de su bondad, de su tolerancia y de su paciencia, sin dar[se] cuenta de que la bondad de Dios [le] lleva al arrepentimiento»?  Note lo que hace Dios cuando calibramos nuestra compasión. Nos entrega para ser torturados. Torturados por la ira. Estrangulados por la amargura. Consumidos por la venganza. Tal es el castigo para el que gusta de la gracia de Dios pero se niega a darla a otros. Pero para el que gusta de la gracia de Dios y luego la da a otros, la recompensa es una bendita liberación. La puerta de la prisión se abre de par en par, y el prisionero que sale libre es usted. Continuará...


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