APLAUSO DE CIELO 83 PARTE
DICHOSOS… LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DÉ LA JUSTICIA…
16: EL CALABOZO DE LA DUDA
La desilusión exige un cambio de mando. Cuando no estamos de acuerdo con el que dicta las órdenes, nuestra reacción suele ser igual que la de Andrea… igual que la de Juan. «¿Será el indicado para la tarea?» O, como lo dijo Juan: «¿Eres el que había de venir, o debemos esperar a otro?» Andrea, con sus poderes de razonamiento de una niña de tres años, no podía creer que una bicicleta nueva fuera menos que ideal para ella. Desde su punto de vista, sería la fuente de bienestar eterno. Y desde su punto de vista, el que tenía el poder de conceder ese bienestar estaba «permaneciendo inmóvil».
Juan no podía creer que cualquier cosa exceptuando su liberación sirviera al mejor interés de todos los involucrados. Según su opinión, era hora de practicar un poco de justicia y ponerse en acción. Pero el que tenía el poder estaba «permaneciendo inmóvil». No puedo creer que Dios se quede sentado en silencio cuando un misionero es echado de un país extranjero o un cristiano pierde una promoción por causa de sus creencias o una esposa fiel es víctima de abuso por parte de un esposo incrédulo. Estas son sólo tres de muchas cuestiones que han llegado a mi lista de oración, todas ellas oraciones que no parecen haber sido contestadas. Regla general: Nubes de duda son generadas cuando el aire cálido y húmedo de nuestras expectativas se encuentra con el aire frío del silencio de Dios. Si ha escuchado el silencio de Dios, si ha sido abandonado en el calabozo de la duda, no deje este libro hasta haber leído el capítulo siguiente. Tal vez aprenda, como lo hizo Juan, que el problema no se trata tanto del silencio de Dios sino de su habilidad para oír.
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