APLAUSO DE CIELO 97 PARTE

 


APLAUSO DE CIELO 97 PARTE

ALÉGRENSE Y ESTÉN CONTENTOS, PORQUE ES GRANDE

SU RECOMPENSA…

18: APLAUSO DEL CIELO

No puedo. Pero Dios puede. «Él restaura mi alma»,  escribió el pastor. Él no reforma; restaura. No disfraza lo viejo; restaura a nuevo. El Maestro Constructor sacará el plano original y lo restaurará. Restaurará el vigor. Restaurará la energía. Restaurará la esperanza. Restaurará el alma. Cuando usted ve cómo este mundo se vuelve cada vez más encorvado y cansado y luego lee acerca de un hogar donde todo es hecho nuevo, dígame: ¿Acaso no le dan ganas de ir a casa? ¿Qué daría usted a cambio de un hogar como ese? ¿De veras preferiría contar con unas pocas posesiones en la tierra que tener posesiones eternas en el cielo? ¿Realmente escogería una vida de esclavitud a las pasiones en lugar de una vida de libertad? ¿Sinceramente tiraría por la borda todas sus mansiones celestiales por un motel cuestionable de segunda categoría en la tierra? Salmo 23.3 , Biblia de las Américas. «Es grande», dijo Jesús, «su recompensa en el cielo». Debe haber sonreído al decir esa frase. Sus ojos deben haber danzado, y su mano debe haber señalado en dirección al cielo. Pues Él debía saberlo. Era su idea. Era su hogar.

Pronto estaré en casa. Mi avión se acerca a San Antonio. Puedo sentir cómo desciende la punta del avión. Puedo ver cómo se preparan las azafatas. Denalyn está en algún lugar del estacionamiento, guardando el auto y apurando el paso de las niñas en dirección a la terminal. Pronto estaré en casa. El avión aterrizará. Bajaré por esa rampa, escucharé mi nombre y veré sus rostros. Pronto estaré en casa. Usted también, pronto estará en casa. Tal vez no lo haya notado, pero está más cerca de casa de lo que jamás haya estado. Cada momento es un paso dado. Cada aliento es una página que se da vuelta. Cada día es un kilómetro registrado, una montaña escalada. Usted está más cerca de casa de lo que jamás haya estado. Cuando quiera darse cuenta, será la hora programada de llegada; descenderá por la rampa y entrará a la Ciudad. Verá los rostros que lo están esperando. Escuchará su nombre pronunciado por aquellos que lo aman. Y, hasta es posible, sólo posible que—en el fondo, detrás de las multitudes—Aquel que preferiría morir antes que vivir sin usted levante sus manos traspasadas de entre los dobleces de su túnica celestial y… aplauda.


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