JOB Y SUS AMIGOS parte 16


 JOB Y SUS AMIGOS parte 16

2:DISCURSOS DE LOS AMIGOS DE JOB 

Bildad es el segundo en hablar. Él se emplaza sobre un terreno completamente diferente del de su amigo. No menciona ni una sola vez sus experiencias ni lo que era resultado de su propia observación. Apela a la antigüedad. “Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas, y disponte para inquirir a los padres de ellas; pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos, siendo nuestros días sobre la tierra como sombra. ¿No te enseñarán ellos, te hablarán y de su corazón sacarán palabras?” (8:8-10). Ahora bien, debemos admitir que Bildad nos conduce a un campo mucho más vasto que el de Elifaz. La autoridad de una multitud de «padres» tiene mucho más peso y respetabilidad que la experiencia de un simple individuo. Por otro lado, dejarse guiar por la voz de una multitud de hombres sabios y eruditos sabe mucho más a modestia que hacerlo por la luz de la experiencia de tan sólo uno de ellos. Pero el asunto es que ni la experiencia ni la tradición servirán de algo. La primera, hasta donde llega, puede ser verdadera; pero a duras penas hallaremos a dos personas cuyas experiencias coincidan de forma exacta. En cuanto a la última, es un raudal de confusión; pues un padre difiere de otro, y nada puede ser más voluble e incierto que la voz de la tradición o la autoridad de los padres. 

En consecuencia, como era de esperarse, las palabras de Bildad no hicieron más mella en Job que las de Elifaz. El uno estaba tan lejos de la verdad como el otro. Si ellos hubieran apelado a la revelación divina, ¡cuán diferentes habrían sido los resultados! La verdad de Dios es la única regla, la única gran autoridad. Es según su medida que todo debe ser medido; y todos, tarde o temprano, habrán de inclinarse bajo su autoridad. Ninguno tiene derecho a establecer su experiencia como regla para los demás. Y si ningún hombre tiene este derecho, tampoco lo tiene una multitud de hombres. En otras palabras, es la voz de Dios —no la voz del hombre— la que nos debe gobernar. Ni la experiencia ni la tradición, sino la Palabra de Dios sola es la que pronunciará el juicio en el día postrero. ¡Hecho solemne e importante! ¡No lo perdamos nunca de vista! Si Bildad y Elifaz hubieran discernido esto, sus palabras habrían ejercido mucha más influencia en su afligido amigo. Consideremos ahora brevemente la primera parte del discurso de Zofar naamatita: “¡Oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo, y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.” Leemos también: “Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a él tus manos; si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás” (11:5-6; 13-15). Continuará...


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