JOB Y SUS AMIGOS parte 22


 JOB Y SUS AMIGOS parte 22

2:DISCURSOS DE LOS AMIGOS DE JOB

Que Dios nos guarde de dejar escapar una palabra o de escribir una sola línea que tienda a debilitar la fuerza con que tenemos asida la verdad o a disminuir nuestro ardor en la contienda por la fe que ha sido una vez dada a los santos. ¡Oh, no, querido lector!; éste no es momento para desceñir los lomos, deponer los arneses ni rebajar la medida de las normas divinas. Todo lo contrario. Nunca como hoy existió tan urgente necesidad de tener ceñidos nuestros lomos con la verdad, los pies calzados y de mantener la norma de los principios divinos en toda su integridad. Decimos estas cosas con reflexión. Las decimos a causa de los múltiples esfuerzos del enemigo por empujarnos fuera del terreno de la pura verdad al señalarnos las faltas de aquellos que han fracasado en mantener una conducta pura. ¡Ayayay, hay fracasos, tristes y humillantes fracasos! No lo negamos; ¿quién se atrevería a hacerlo? Es demasiado patente, demasiado flagrante, demasiado grosero. Nuestro corazón se desgarra cuando pensamos en ello. El hombre falla siempre y en todas partes. Su historia, desde el Edén hasta nuestros días, lleva la marca del fracaso. Todo esto es innegable; pero —bendito sea su Nombre— el fundamento de Dios está firme, y el fracaso humano no puede tocarlo jamás. Dios es fiel. Él conoce a los suyos; y todo aquel que invoca el nombre de Cristo debe apartarse de la iniquidad (2.ª Timoteo 2:19). No creemos —ni podemos creer— que para mejorar nuestra conducta debamos abatir la bandera de los principios de Dios.  

Humillémonos delante de nuestros fracasos; pero nunca abandonemos la preciosa verdad de Dios. Todo esto es una digresión que nos permitimos con el objeto de evitar que al haber urgido en el lector la importancia de cultivar un espíritu quebrantado y dócil, éste pudiera haber inferido que con ello quisimos decir que es necesario abandonar una jota o una tilde de la divina revelación. Ahora regresemos a nuestro tema. El ministerio de Eliú tiene características muy peculiares y notables. Eliú se halla en vívido contraste con los tres amigos. Su nombre significa «Dios es él» y, sin duda, podemos considerarlo como un tipo de nuestro Señor Jesucristo. Eliú pone a Dios en escena, y pone fin también a las tediosas contiendas y disputas que se sucedieron entre Job y sus amigos. Él no discurre basándose en la experiencia; tampoco apela a la tradición ni profiere los acentos del legalismo, sino que introduce a Dios. Continuará...


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