JOB Y SUS AMIGOS parte 32

 


JOB Y SUS AMIGOS parte 32

2:DISCURSOS DE LOS AMIGOS DE JOB

Eliú, como ya lo hicimos notar, había escuchado pacientemente los argumentos esgrimidos por ambas partes. Él había dejado, por así decirlo, que hablaran hasta el cansancio, que dijeran todo lo que tenían para decirse: “Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él” (v. 4). Esto está en un hermoso orden moral. Con toda certeza, era el camino del Espíritu de Dios. La modestia es un ornamento que sienta bien a un joven. ¡Ojalá abunde más en medio de nosotros! No hay nada más atractivo en un joven que un espíritu calmo y discreto. Cuando la verdadera dignidad yace oculta debajo de un manto de modestia y humildad, ella seguramente atraerá los corazones con una fuerza irresistible. Por el contrario, nada es más repulsivo que la temeraria confianza en sí mismo, el denodado atrevimiento y la arrogancia de muchos jóvenes de hoy día. Bueno sería que estos jóvenes consideraran las palabras introductorias de Eliú, e imitaran su ejemplo. 

“Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría” (32:6-7). Éste es el orden natural. Presuponemos que la sabiduría está en la cabeza de los hombres en la misma medida que sus canas; es, pues, razonable y conveniente que los jóvenes sean prontos para oír y tardos para hablar en presencia de sus mayores. Podemos sentar, como un principio casi invariable, que un joven impetuoso no es conducido por el Espíritu de Dios; que jamás se ha medido en la presencia divina, y que nunca ha quebrantado su corazón delante de Dios. No cabe duda de que —como sucedió con Job y sus amigos— muchas veces hombres mayores profieren muchas cosas sin sentido. Los cabellos encanecidos y la sabiduría no siempre marchan parejos; y también es un hecho no poco frecuente que hombres de edad, apoyándose meramente en el número de sus años, se arrogan un lugar para el cual no tienen ningún poder moral, intelectual ni espiritual. Todo esto que decimos es perfectamente cierto, y digno de la consideración de aquellos que pudieran sentirse identificados con estas cosas. Continuará...


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