EL DISCÍPULO EN UN TIEMPO MALO Parte 8

 


EL DISCÍPULO EN UN TIEMPO MALO Parte 8

LOS TIEMPOS DE LA PACIENCIA DE DIOS 

Pues bien, querido lector, ¿no vale la pena pasar a través de un horno de fuego si es para gozar aún más de la presencia de Cristo, y de la simpatía de su amante corazón? ¿No es preferible estar lleno de cadenas junto a Cristo, que poseer, sin él, un sinnúmero de preciosas joyas? Un horno con él ¿no es un lugar más deseable que un palacio donde él no vive? La naturaleza responderá «¡No!», pero la fe dirá «¡Sí!». Conviene recordar que el tiempo en que estamos no es el tiempo del poder de Cristo, sino el de su simpatía. Al atravesar las aguas profundas de la aflicción, el corazón puede a veces sentirse dispuesto a exclamar: «¿Por qué el Señor no actúa con poder para librarme?» La respuesta es que no es aún “el día de su poder”. Podría prevenir esta enfermedad, hacer desaparecer tal o cual dificultad, aligerar las cargas, impedir esta catástrofe o preservar de la muerte a este ser querido. Pero, en vez de desplegar su poder, deja que las cosas sigan su curso, y derrama su dulce simpatía en el corazón oprimido y quebrantado, de tal manera que no dudamos en reconocer que no quisiéramos que se nos dejase sin esta prueba por nada del mundo, debido a la abundancia de la consolación. 

Ésta, querido lector, es la manera en que nuestro Jesús actúa ahora. Dentro de poco desplegará su poder, aparecerá como el Jinete del caballo blanco, desenvainará su espada, desnudará el brazo de su santidad, vengará a su pueblo y le hará justicia para siempre; pero, por el momento, su espada está en la vaina y su brazo está aún cubierto. Ahora es el tiempo, para él, de dar a conocer el profundo amor de su corazón y no el poder de su brazo ni el filo de su espada. ¿Está usted satisfecho de que sea así? ¿Es suficiente la simpatía de Cristo para su corazón, incluso en medio de las más profundas angustias y de la aflicción más viva? Nuestro corazón inquieto, la impaciencia de nuestro espíritu y nuestra voluntad no quebrantada, nos inducirían siempre a desear escapar de las pruebas, las dificultades o las cargas que nos agobian; pero no puede ser así, ya que implicaría una pérdida incalculable para nosotros. Debemos pasar por cada una de las clases de la escuela; pero el Amo nos acompaña y la luz de Su rostro, la tierna simpatía de Su corazón nos sostienen cuando pasamos por los ejercicios más penosos. ¡Y vemos también qué gloria redunda en el nombre del Señor cuando, por su gracia, su pueblo es hecho capaz de cruzar victoriosamente una prueba! Lea Daniel 3:26-28, y diga dónde se podrían encontrar frutos más abundantes y más bellos de una marcha fiel. El rey y los nobles de su reino, que, un momento antes, estaban tan absortos en las ceremonias de un falso culto y embelesados con una bulliciosa música, están ahora todos ocupados con el sorprendente hecho de que el fuego, que había matado a hombres fuertes y valientes, no había tenido sobre los adoradores del verdadero Dios otro efecto que el de consumir sus cadenas, permitiéndoles así marchar, en libertad, en compañía del Hijo de Dios. Continuará...


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