EL DISCÍPULO EN UN TIEMPO MALO Parte 9

 


EL DISCÍPULO EN UN TIEMPO MALO Parte 9

LOS TIEMPOS DE LA PACIENCIA DE DIOS 

“Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían” (3:26-27). Aquí tenemos, pues, un glorioso testimonio, testimonio que nunca hubiera sido rendido si, por un acto de poder, el Señor habría impedido que sus siervos fuesen lanzados en el horno. Nabucodonosor acababa de aprender por una sorprendente prueba que “los siervos del Dios Altísimo” no debían temer más su horno como tampoco adorar su estatua. En una palabra, el enemigo fue confundido, Dios glorificado, y sus queridos siervos puestos fuera “del horno de fuego ardiente” sin sufrir ningún daño. ¡Preciosos frutos de un nazareato fiel! Nótese ahora el honor conferido a nuestros nazareos. “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios… de Sadrac, Mesac y Abed-nego” (3:28). Sus nombres son estrechamente vinculados con el Dios de Israel. ¡Qué honor! Se habían identificado con el verdadero Dios cuando se trataba nada menos que de su vida, y por eso el verdadero Dios se identificó con ellos para conducirlos a un terreno rico y bendito. Estableció sus pies sobre una roca y ensalzó sus cabezas sobre todos sus enemigos en derredor de ellos (Salmo 27:6). ¡Qué realidad en este pasaje: “Yo honraré a los que me honran”! Pero es igualmente cierto que: “Los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30). 

Querido lector, ¿ha hallado en la obra perfecta del Señor Jesucristo una paz segura y divina para su conciencia culpable? ¿Creyó a Dios simplemente en su palabra? ¿Ha dado por cierto con su sello “que Dios es veraz”? Si es así, entonces usted es un hijo de Dios. Sus pecados han sido todos perdonados y ha sido aceptado en Cristo como justo; el cielo, con todas sus glorias inefables, está ante usted, y usted está tan seguro de estar en la gloria como Cristo mismo, por el simple hecho de estar unido a él. Así pues, Dios tiene ya todo dispuesto para usted, así para el tiempo como para la eternidad, según el más profundo deseo de su corazón: Sus necesidades han sido satisfechas, su culpa borrada, su paz establecida y su título asegurado. No tiene nada que hacer usted: todo está divinamente terminado. ¿Qué es lo que resta? Simplemente esto: ¡Vivir para Cristo! Somos dejados aquí por “un poco”, para ocuparnos de él, y para aguardar su venida. ¡Oh, procuremos ser fieles a nuestro bendito Señor! No nos desanimemos por el estado de ruina de todo lo que nos rodea. Que el ejemplo de Daniel y de sus honorables compañeros animen nuestro corazón para procurar una marcha más elevada aquí abajo. Es nuestro privilegio gozar del compañerismo con el bendito Señor Jesús, tanto como si estuviésemos en los gloriosos días del testimonio apostólico. ¡Quiera el Espíritu Santo hacer que tanto el escritor como el lector de estas líneas se empapen del espíritu de Cristo, anden en sus pisadas, manifiesten Sus gracias y aguarden Su venida! 


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