DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 18
Introducción
Ahora, tenían a su cabeza al rey deseado, pero Dios no estaba allí, y por eso tiemblan. Que el hombre tenga la apariencia más imponente, sin el sentimiento de la presencia de Dios, es la debilidad misma; pero que Dios esté en su poder allí, y nada le puede resistir. En otro tiempo, Moisés, con una simple vara en su mano, había realizado milagros; pero ahora, Israel, que tiene delante de sí al hombre según su corazón, no puede sino temblar delante de sus enemigos: “Todo el pueblo iba tras él temblando” ¡Qué humillación! “No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras” (1 Samuel 8:19-20). He aquí lo que habían dicho los hijos de Israel. Pero verdaderamente “mejor es confiar en Jehová que confiar en príncipes” (Salmo 118:19). Jonatán lo experimentó de una manera bendita. Marcha contra los filisteos en el poder de esta palabra: “No es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6). Era “Jehová” quien llenaba su alma, y, teniéndolo a Él, “muchos o pocos” no hacía ninguna diferencia. La fe jamás toma en cuenta las circunstancias; para ella es: o Dios o nada.
Y nótese el cambio que se produce en las circunstancias de Israel, desde el momento que la fe comienza a actuar entre ellos. Son, ahora, los filisteos quienes tiemblan: “Y hubo temblor en el campamento, en el campo y entre toda la gente; y la guarnición y los merodeadores también temblaron; la tierra también se sacudió; de modo que vino a ser un temblor muy grande” (1 Samuel 14:15, VM). Continuará...
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