DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 20
Introducción
El capítulo 15 nos da a conocer la prueba final y el rechazo del rey según el corazón del hombre. “Ve, pues, y hiere a Amalec” (1 Samuel 15:3), tal es la palabra de Jehová, y la piedra de toque que realmente va sacar a luz el estado moral del corazón de Saúl. Si hubiera sido recto delante de Dios, su espada no habría sido envainada antes de que la simiente de Amalec hubiese dejado de existir. Pero el resultado mostró que Saúl tenía demasiadas cosas en común con Amalec, para ejecutar hasta el final la sentencia divina. ¿Qué había hecho Amalec? “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto” (1 Samuel 15:2). En una palabra, el pensamiento espiritual ve a Amalec como el primer gran obstáculo en la marcha de los redimidos que suben de Egipto a Canaán, y sabemos lo que actúa de la misma manera con respecto a aquellos que, ahora, salen del mundo para seguir al Señor Jesús.
Ahora bien, Saúl acababa justamente de mostrarse como un obstáculo en el camino del hombre de fe. En realidad, toda su marcha estaba en oposición a los principios de Dios. ¿Cómo pues habría podido destruir a Amalec? Era imposible. Saúl perdonó “a Agag” (v. 9). Saúl y Agag encajaban demasiado bien el uno con el otro, y Saúl no tenía la fuerza para ejecutar el juicio de Dios sobre el gran enemigo de su pueblo. Y obsérvese la ignorancia de este desdichado hombre y cuánto se complace a sí mismo. “Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová” (v. 13). Continuará...
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