DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 61

 


DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 61

3 - LA CUEVA DE ADULAM

Una cosa era ser israelita, y otra muy distinta estar con David en el lugar fuerte. Ni siquiera Jonatán se encontraba allí; todavía se adhería al antiguo orden de cosas. Aunque amaba a David “como a su misma alma” (1 Samuel 18:3, VM), vivió y murió en compañía de Saúl. Es cierto que a veces se aventuraba a hablar en favor de David, y que procuraba estar con él cuando podía. Se había desnudado de su ropa para vestir a David, pero no había tomado su parte con él. Por eso, cuando el Espíritu Santo anuncia los nombres y las hazañas de los valientes de David, en vano buscamos, entre ellos, el nombre de Jonatán; cuando los devotos compañeros del exilio de David estaban reunidos alrededor de su trono y gozan del radiante esplendor de su realeza, el pobre Jonatán está tendido en el polvo, caído sin gloria en el monte de Gilboa, bajo los golpes de los filisteos incircuncisos. 

¡Ojalá que todos aquellos que profesan amar al Señor Jesucristo, busquen estar identificados con él de una manera más decidida y real durante este tiempo en que es rechazado por el mundo! Sus conciudadanos enviaron tras él una embajada, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lucas 19:14). ¿Nos asociaremos con ellos para seguir sus planes que finalmente consiguen rechazar a Cristo? ¡Dios lo impida! ¡Que nuestros corazones estén con él allí donde él está! ¡Que podamos conocer la bendita y santa comunión de la cueva de Adulam, donde encontraremos al Profeta, al Sacerdote y al Rey manifestados en la adorable persona de Aquel que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre!  No podemos marchar al mismo tiempo con Saúl y con David; no podemos tener a Cristo y al mundo: hay que elegir entre los dos. El Señor nos conceda la gracia de rechazar el mal y de elegir el bien, recordándonos las solemnes advertencias del apóstol: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará” (2 Timoteo 2:11-12). Es ahora el tiempo de sufrir, el tiempo de soportar las aflicciones y las penalidades: el descanso está en el futuro, en la gloria, tenemos que esperarlo. Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario