DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 62

 


DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 62

3 - LA CUEVA DE ADULAM

Los hombres de David, a causa de su asociación con él, fueron llamados a soportar muchos trabajos y fatigas, pero el amor aliviaba todo para ellos y lo hacía más fácil; por eso sus nombres y sus hazañas son fiel y minuciosamente relatados, cuando David estuvo en descanso en su reino. Ninguno de ellos fue olvidado. Encontramos este precioso catálogo en el capítulo 23 del segundo libro de Samuel. Al leerlo, nuestros pensamientos son llevados hacia adelante, hacia el tiempo en que el Señor Jesús recompensará a sus siervos fieles, a aquellos a quienes el amor por su persona y la energía de su Espíritu condujeron a servirle en el tiempo en que fue rechazado. Este servicio puede no haber sido visto, conocido ni apreciado por los hombres; pero Jesús lo conoció en todos sus detalles, y lo reconocerá públicamente desde lo alto de su trono de gloria. ¿Quién hubiese conocido las hazañas de los hombres valientes de David, si el Espíritu Santo no las hubiera reseñado? ¿Quién hubiese sabido de la dedicación de los tres jefes que irrumpieron por el campamento de los filisteos, con el fin de buscar para David el agua del pozo de Belén? ¿Quién se hubiese enterado de la acción de Benaía que mató a un león en medio de un foso cuando estaba nevando? Esto mismo sucede hoy. Más de un corazón desconocido por todos palpita de amor por la persona del Salvador; más de una mano, oculta a los ojos humanos, se extiende para servirlo. Es una cosa dulce pensar, sobre todo en nuestros días de frío formalismo, que haya almas que aman a Jesús con toda sinceridad. ¡Hay varios que, lamentablemente, no sólo son indiferentes a su adorable Persona, sino que llegan hasta el extremo de desprestigiarlo, de despojarlo de su dignidad y de rebajarlo haciéndolo apenas un poco mejor que Elías o uno de los profetas! Pero, gracias a Dios, no tenemos que detenernos en este tema; un tema más excelente nos es propuesto. Pensemos en estos hombres valientes que exponían sus vidas por amor de su jefe, y que, en el instante en que expresara un deseo, estaban dispuestos,  

cueste lo que costare, a satisfacerlo. El amor jamás se detiene a calcular. Era suficiente, para estos hombres ilustres, saber que David deseaba beber agua del pozo de Belén, para proporcionársela a cualquier precio: “Entonces los tres valientes irrumpieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová” (2 Samuel 23:16) ¡Conmovedora escena! ¡Ejemplo precioso de lo que la Iglesia debiera ser! No amando sus vidas hasta la muerte, por amor a Cristo. ¡Oh, que por el Espíritu Santo se encienda en nosotros la llama de un amor ardiente por la persona de Cristo! ¡Que despliegue siempre más ante nuestras almas las divinas excelencias de Jesús, a fin de que lo apreciemos como el más “señalado entre diez mil”, y “todo él codiciable” (Cantares 5), y que podamos decir como aquel cuyo corazón estaba lleno de él: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8)! 


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