EL HOMBRE DE DIOS Capítulo 10

                       


EL HOMBRE DE DIOS

                 2- UN HOMBRE EN CRISTO

Debe haber una nueva vida, una vida que fluye del nuevo hombre, del postrer Adán, el cual, por su resurrección, llegó a ser la Cabeza de una nueva raza. ¿Cómo puede obtenerse esta vida tan preciosa? Oiga la memorable respuesta; sí, óigala querido lector angustiado, y viva: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).  Aquí tenemos un cambio total de posición: pasamos de muerte a vida, de una posición en la cual no existe ni un solo vínculo con el cielo, con la nueva creación ni con el Hombre resucitado en la gloria, a una posición en la cual no existe un solo vínculo con el primer hombre, con la vieja creación y con el presente siglo malo. Y todo esto es por creer en el Hijo de Dios: no simplemente por decir que creemos, sino por creer realmente y de todo corazón en el Hijo de Dios; no por una fe intelectual, teórica o puramente de nombre, sino creyendo con el corazón. Sólo así es posible llegar a ser “un hombre en Cristo”. 

Todo verdadero creyente es un hombre en Cristo. Ya sea un convertido en el día de ayer o un anciano de cabellos blancos que está en el camino del Señor desde hace cincuenta o sesenta años, ambos se encuentran exactamente en la misma posición en Cristo. No puede haber ninguna diferencia aquí. El estado práctico de cada uno puede diferir enormemente; pero la posición que ocupan en Cristo es exactamente la misma. En el plano de la mera naturaleza —como lo dijimos— podemos encontrar personas de todos los matices, grados, clases y condiciones imaginables, pero todas están en la misma posición. En el nuevo plano divino, celestial, la condición práctica de cada uno también varía en gran manera. Podemos encontrar creyentes con enormes diferencias en inteligencia, experiencia y poder espiritual, pero todos poseen la misma posición delante de Dios: todos están en Cristo. No puede haber ninguna diferencia de grado en cuanto a la posición, aunque sí la hay en cuanto al estado práctico de cada uno. Continuará...

 

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