EL HOMBRE DE DIOS Capítulo 23

 


EL HOMBRE DE DIOS

                        3- EL HOMBRE DE DIOS 

Habremos terminado con este cuerpo de pecado y de muerte, y seremos revestidos con un cuerpo de gloria. Habremos roto definitivamente con un mundo de pecado, de dolor y de distracción, donde todo está directamente en oposición a Dios y a nosotros, y respiraremos la atmósfera pura y cargada de hilaridad de aquel radiante y bendito mundo de arriba. Pero, en lo que respecta a nuestra comunión, como es ahora lo será entonces, “con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”, “en la luz” (1 Juan 1:3, 7), y por el poder del Espíritu Santo. 

Nos referimos bastante a nuestra comunión con Dios. En cuanto a nuestra comunión los unos con los otros, es simplemente una realidad mientras andamos en la luz, tal como lo leemos: “Si andamos en luz como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Sólo podemos tener comunión unos con otros mientras andamos en la inmediata presencia de Dios. Puede haber mucho trato o relación social sin una pizca de comunión divina. ¡Lamentablemente, mucho de lo que pretende ser comunión cristiana, no es más que pura palabrería religiosa, la superflua, inútil y desecante cháchara del mundo religioso, nada más miserablemente infructuoso! Es verdad que la verdadera comunión cristiana puede ser solamente gozada en la luz. Sólo cuando estamos andando individualmente con Dios en el poder de la comunión personal, tenemos realmente comunión los unos con los otros; y esta comunión consiste en gozar de Cristo verdaderamente con el corazón, como nuestro único objeto y como nuestra porción común. No es el empleo puramente intelectual de ciertas doctrinas preferidas que recibimos para tener en común. No es la simpatía mórbida con aquellos que piensan, ven y sienten igual que nosotros respecto de alguna teoría o dogma favorito. Es algo completamente diferente de todo esto. Es deleitarse en Cristo, juntamente con todos aquellos que andan en la luz; apegarse a su Persona, a su Nombre, a su Palabra, a su causa, a los suyos. Continuará...


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