CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capítulo 28

5 - "OS CONVERTISTEIS… A DIOS" Pero quizás se nos dirá que todo esto no es más que una figura. Sí; pero, ¿una figura de qué? De una realidad preciosa, divina; una figura de lo que sucede en cada caso de una conversión verdadera, si solamente se contempla desde un punto de vista celestial. No se trata de un mero abandono del mundo, con sus mil y una vanidades y locuras. Es esto, sin duda; pero es muchísimo más. Es ser traído a Dios, traído al hogar, traído al seno del Padre, traído a la familia; es ser hecho - no en el lenguaje de una estéril formalidad, sino en el poder del Espíritu, y por la poderosa acción de la Palabra - un hijo de Dios, un miembro de Cristo, y un heredero del reino. Esto, y nada menos que esto, es la conversión. Que el lector vea que él lo entiende completamente. Que no se satisfaga con nada menos que esta gran realidad - con este volverse de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás, y de la adoración de ídolos, a Dios. El Cristiano está, en un sentido, como realmente traído a Dios ahora, como si él estuviera, de hecho, en el cielo. Esto puede parecer fuerte, pero es dichosamente verdad. Oigan lo que el apóstol Pedro dice en cuanto a este punto: "Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos" - ¿Qué? ¿Al cielo cuando morimos? No, sino "para llevarnos a Dios" ahora. (1 Pedro 3:18). Así también en Romanos 5 leemos, "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación." (Romanos 5: 10, 11). Este es un principio inmenso. No está dentro del ámbito del lenguaje humano expresar lo que está implicado en 'volverse' ('convertirse'), o 'traído a Dios'. Nuestro adorable Señor Jesucristo lleva a todos quienes creen en Su nombre a la presencia de Dios, en toda Su perfecta aceptabilidad. Ellos vienen en todo el mérito, y la virtud, y el valor de la sangre de Jesús, y en toda la fragancia de Su muy excelente Nombre. Él nos lleva a la misma posición con Él mismo. Continuará...

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LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS