CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capítulo 43

7 - SOMOS LLAMADOS “A SERVIR” Nuevamente, leemos, "Siervos, sed obedientes a los que, según la carne, son vuestros amos, con temor y temblor, en sencillez de vuestro corazón, como a Cristo: no sirviendo al ojo, como los que procuran agradar a los hombres, sino antes, como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios; de buena gana haciendo el servicio, como que lo hacéis al Señor, y no a los hombres; sabiendo que cualquiera cosa buena que hiciere cada uno, lo mismo volverá a recibir de parte del Señor, sea siervo, o sea libre." (Efesios 6: 5 - 8; VM). ¡Cuán precioso es esto! ¡Qué bello campo de servicio se nos abre aquí! ¡Qué hermoso este "temor y temblor"! ¿Dónde los vemos hoy día? ¿Dónde está la santa sujeción a la autoridad? ¿Dónde la sencillez de ojo? ¿Dónde el servicio de corazón generoso? ¡Es lamentable! nosotros vemos impetuosidad y arrogancia, obstinación, autocomplacencia, y egoísmo. ¡De qué manera todas estas cosas deben deshonrar al Señor, y contristar Su Santo Espíritu! ¡Cuán necesario es que nuestras almas sean despertadas a un sentido de lo que nos conviene como a quienes son llamados a servir al Dios vivo y verdadero! ¿No es una señal de misericordia para todo Cristiano el saber que puede servir y glorificar a Dios en el lugar más común de los deberes domésticos? Si ello no fuera así, ¿qué sería de noventa y nueve de cada cien Cristianos? Nosotros hemos considerado el caso de una persona empleada en el servicio doméstico común, para ilustrar esa línea especial de verdad práctica que está hora bajo nuestra consideración. ¿No es muy bienaventurado para nosotros conocer que nuestro Dios ha condescendido con toda gracia a conectar Su Nombre y Su gloria con los más humildes deberes que pueden recaer sobre nosotros en nuestra vida doméstica común? Es esto lo que imparte dignidad, interés, y frescura a cada pequeño acto, desde la mañana hasta la noche. "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres." (Colosenses 3:23). Aquí yace el precioso secreto de todo el asunto. No se trata de trabajar por un sueldo, sino de servir a Cristo el Señor, y mirarle a Él para recibir la recompensa de la herencia. (Colosenses 3:24). Continuará,,,

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