CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capitulo 45

7 - SOMOS LLAMADOS “A SERVIR” ¿Qué posible utilidad tendría predicar acerca de las obras a los tales? Ello solamente puede echar polvo en sus ojos, cegar sus entendimientos, engañar sus corazones, y enviarlos al infierno con una mentira en su mano derecha. Tiene que haber una genuina conversión a Dios. Esta es una obra divina, desde el principio hasta el fin. ¿Y qué tiene que hacer el hombre convertido? Ciertamente él no tiene que obrar para obtener la vida, porque él la tiene, la vida eterna, como el regalo gratis de Dios, por medio de Jesucristo nuestro Señor. No tiene que obrar para salvación, porque él ya es salvo - "salvo en Jehová con salvación eterna." (Isaías 45:17). ¿Qué, entonces, es él llamado a hacer? Es llamado a "servir al Dios vivo y verdadero." (1 Tesalonicenses 1:9). ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? En todo; en todo tiempo, y en todo lugar. El hombre convertido no tiene nada más que hacer que servir a Dios. Si él hace cualquier otra cosa, él es positivamente desleal, infiel a ese bendito Señor y Maestro, quien, antes de llamarle Él a servir, le dotó con la vida, y la gracia, y el poder, cosas por medio de las cuales solamente el servicio puede ser llevado a cabo. Sí, lector, el Cristiano es llamado a servir. Nunca olvidemos esto. Él tiene el privilegio de presentar su cuerpo como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es su culto racional, su servicio inteligente. (Romanos 12:1). Esto zanja todo el asunto. Remueve todas las dificultades; silencia todas las objeciones; pone todo en su justo lugar. No es una cuestión acerca de qué estoy haciendo yo, sino de cómo lo hago - no es acerca de dónde estoy, sino de cómo me conduzco. El Cristianismo, tal como es exhibido en el Nuevo Testamento, es el resultado de la vida de Cristo en el creyente; es Cristo reproducido en la vida diaria del Cristiano, por el poder del Espíritu Santo. Todo lo que el Cristiano toca, todo lo que hace, todo lo que dice, su vida práctica completa, desde la mañana del día del Señor hasta la noche del Sábado, debería llevar la impronta, y expresar el espíritu, de esa gran cláusula práctica sobre la cual nos hemos detenido - "servir al Dios vivo y verdadero." ¡Que esto pueda ser así más y más! ¡Que todo el amado pueblo del Señor, en todas partes, sea despertado realmente para buscar más fervientemente, más a fondo, sincera devoción a Cristo y a Su precioso servicio!

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