CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capítulo 49

8- ESPERANDO LA VENIDA DEL SEÑOR ¿Es éste el simple sueño de un fanático extravagante o de un entusiasta visionario? No, es una verdad imperecedera, que descansa exactamente en la misma posición que sustenta todo la trama de nuestro muy glorioso Cristianismo. ¿Es verdad que el Hijo de Dios pisó esta tierra nuestra en la Persona de Jesús de Nazaret? ¿Es verdad que Él vivió y trabajó aquí entre los pecados y dolores de la pobre humanidad caída? ¿Es verdad que Él suspiró, y lloró, y gimió bajo el sentido de la extendida desolación que el pecado ha provocado en este mundo? ¿Es verdad que Él fue a la cruz, y se ofreció allí a Sí mismo sin mancha a Dios, para vindicar la Majestad Divina; para responder a todas las demandas del trono de Dios; para destruir todas las obras del diablo; para exhibir públicamente todos los poderes del infierno; para quitar el pecado mediante el sacrificio de Sí mismo; para llevar los pecados de todos quienes, desde el principio hasta el fin del tiempo han de creer, por medio de la gracia, en Su Nombre? ¿Es verdad que Él estuvo tres días y tres noches en el corazón de la tierra, y que en el primer día de la semana Él resucitó triunfante de la tumba, como Cabeza de una nueva creación, y que ascendió a los cielos, después de haber sido visto, a lo menos, por quinientos testigos? ¿Es verdad que, cincuenta días después de Su resurrección él envió el Espíritu Santo, para llenar e iluminar a Sus apóstoles para que fueran Sus testigos hasta lo último de la tierra? ¿Es verdad que, desde el día de Pentecostés hasta este mismo momento presente, Él ha estado actuando a favor de Su pueblo como un Abogado con el Padre, un gran Sumo Sacerdote con Dios; intercediendo por nosotros en todos nuestros fracasos, pecados, y limitaciones, y compadeciéndose de nuestras debilidades y en todas nuestras penas; y presentando continuamente nuestros sacrificios de oración y alabanza, en toda la fragancia de Su Persona gloriosa? ¿Son todas estas cosas verdaderas? Sí, gracias a Dios, todas ellas son divinamente verdaderas, todas son presentadas en las páginas del Nuevo Testamento, con la más maravillosa plenitud, claridad, profundidad, y poder; todo reposa sobre el fundamento sólido de la Santa Escritura - un fundamento que, ni todos los poderes del cielo y del infierno, hombres y demonios, pueden tocar jamás. Continuará...

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