CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capítulo 50

8- ESPERANDO LA VENIDA DEL SEÑOR Bueno, entonces, la esperanza bienaventurada de la venida del Señor descansa precisamente sobre la misma autoridad. No es más verdadera de que nuestro Señor Jesucristo nació como un niñito en el pesebre de Belén; de que Él creció hasta llegar a la medida de un hombre; de que Él anduvo haciendo bienes; de que Él fue clavado a la cruz y yació en la tumba; de que Él está sentado ahora en el trono de la Majestad en los cielos; de que Él vendrá nuevamente a recibir a Su pueblo a Sí mismo. Él puede venir esta noche. Nadie puede decir cuándo Él vendrá, pero puede venir en cualquier momento. La única cosa que lo detiene es Su paciencia, no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 Pedro 3:9). Él ha esperado por largos dieciocho siglos*, en amor, misericordia, y compasión persistentes; y durante todo ese tiempo la salvación ha estado preparada para ser revelada, y Dios ha estado preparado para juzgar; pero Él ha esperado, y aún espera, en gracia y paciencia constantes. Pero Él vendrá, y nosotros deberíamos vivir siempre en la esperanza de Su venida. El apóstol enseñó a vivir de este modo a sus amados Tesalonicenses. Él mismo vivía de esta manera. La esperanza bienaventurada estaba íntimamente ligada con todas las costumbres y sentimientos de su vida diaria. ¿Era un asunto de cosechar el fruto de sus labores? Oigan lo que él dice: "Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo sois vosotros en la presencia de nuestro Señor Jesús en su venida?" (1 Tesalonicenses 2:19 - LBLA). Él vería a todos en ese tiempo y lugar. A ningún enemigo se le permitirá estorbar ese encuentro. "Quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó." (1 Tesalonicenses 2:18). ¡Muy maravilloso! ¡Muy misterioso! Con todo, ello fue así. Satanás estorbó a un ángel de Dios en el desempeño de su tarea en los días de Daniel; y estorbó a un apóstol de Cristo en el cumplimiento de su amoroso deseo de ver a sus hermanos en Tesalónica. Pero, gracias sean dadas a Dios, no podrá estorbar el gozoso encuentro de Cristo y Sus santos, el cual esperamos. ¡Qué momento será aquel! ¡Qué afectuosos saludos de queridos viejos amigos! Pero, muy por sobre todo, ¡Él mismo! ¡Su sonrisa! ¡Su bienvenida! ¡Su "está bien" conmoviendo el alma! ¡Qué preciosa esperanza alentadora del alma! ¡Necesitamos nosotros sorprendernos por el lugar prominente que ella ocupaba en los pensamientos y enseñanzas del bendito apóstol? Él recurre a ella en todas las ocasiones, y en conexión con todo asunto. ¿Es una cuestión de progreso en la vida divina y la piedad práctica? Él lo expresa de este modo: "Y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros; a fin de que El afirme vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos." (1 Tesalonicenses 3: 12, 13 - LBLA). Continuará...

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