¿AMA DIOS A TODOS? Capítulo 12
Primero, es de gran importancia que tengamos claro la naturaleza del evangelio mismo. El evangelio son las buenas nuevas de Dios acerca de Cristo y no acerca de los pecadores: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios... acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo” (Rm 1:3). Dios habría proclamado por todas partes el hecho asombroso de que Su propio y bendito Hijo se hizo “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fili 2:8). Pues debe darse un testimonio universal del incomparable valor de la persona y obra de Cristo. Note la palabra “testimonio” en Mateo 24:14. El evangelio es el “testimonio” de Dios de las perfecciones de Su Hijo. Note las palabras del apóstol: ¡“Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden” (2Co 2:15)! Con respecto al carácter y contenido del evangelio, hoy prevalece la mayor confusión. El evangelio no es una “oferta” para ser difundida por vendedores ambulantes evangélicos. El evangelio no es una mera invitación, sino una proclamación acerca de Cristo; y esta es la verdad, lo crean los hombres o no. A nadie se le pide que crea que Cristo murió por él en particular. El evangelio, en resumen, es este: Cristo murió por los pecadores, tú eres un pecador, cree en Cristo y serás salvo. En el evangelio, Dios simplemente anuncia los términos bajo los cuales los hombres pueden ser salvos (es decir, el arrepentimiento y la fe), e indiscriminadamente, a todos se les ordena cumplirlos.
En segundo lugar, el arrepentimiento y la remisión de los pecados deben predicarse en el nombre del Señor Jesús a “todas las naciones” (Lc 24:47), porque los elegidos de Dios están “dispersos” (Jn 11:52) entre todas las naciones, y es por la predicación y el oir del evangelio que son llamados de entre el mundo. El evangelio es el medio que Dios usa para salvar a sus propios escogidos. Por naturaleza, los elegidos de Dios son hijos de ira, “lo mismo que los demás”, son pecadores perdidos que necesitan un Salvador, y sin Cristo no hay solución para ellos. Por lo tanto, deben creer en el evangelio antes de poder regocijarse en el conocimiento del perdón de los pecados. El evangelio es el aventador de Dios: porque separa la paja del trigo y recoge este último en su granero. Continuará...
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