DIOS POR NOSOTROS Capítulo 11

3- LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO Notemos el nexo vital. Reparemos en esta importantísima conexión. El mismísimo que estuvo colgado en la cruz, cargado con todas nuestras ofensas, está ahora en el trono sin ellas. ¿Cómo llegó allá? ¿Fue en virtud de su eterna Deidad? No, porque sobre esa base siempre estuvo allí. Era “Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. ¿Fue en virtud de ser el Hijo eterno? No, porque también sobre esa base estuvo siempre allí. Por consiguiente, de ningún modo podía satisfacer nuestra necesidad como pecadores culpables, cargados con innumerables ofensas, porque se nos diga que el eterno Hijo del Padre había ocupado su asiento a la diestra de la majestad en los cielos, puesto que ese lugar siempre le perteneció: sí, el lugar más profundo y más tierno en el seno del Padre. Pero, además, podemos preguntar también: ¿Ocupó nuestro adorable Señor su asiento en el trono por ser el Hombre sin mancha, sin pecado, perfecto? No, porque, en calidad de tal, podía haber ocupado allí su asiento en cualquier momento entre el pesebre y la cruz. ¿A qué conclusión, pues, estamos abocados a llegar en esta materia? A la conclusión más preciosa y tranquilizadora: Que el mismo que fue entregado por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados, juzgado en nuestro lugar, está ahora en los cielos; que el mismo que fue nuestro sustituto en la cruz está ahora en el trono; que el mismo que apareció cargado con todas nuestras culpas está ahora coronado de gloria y de honra; que ha terminado, de un modo tan perfecto, absoluto y completo, con todo el asunto de nuestros pecados, que la justicia infinita lo ha levantado de entre los muertos y ha colocado en sus sagradas sienes una diadema de gloria. Lector, ¿entiendes esto? ¿Te das cuenta de la importancia que tiene para ti? ¿Crees en el que levantó de entre los muertos a Jesús, Señor nuestro? ¿No ves que, al obrar así, Dios se ha declarado amigo tuyo? ¿Crees que, al resucitar a Jesús, manifestó su satisfacción infinita en la gran obra de la expiación y te ha provisto de un recibo que cancela todas tus deudas, un recibo por los “diez mil talentos”?Aquí radica el punto esencial, el meollo y la sustancia de este magnífico argumento de Romanos 4. Continuará...

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