DIOS POR NOSOTROS Capítulo 15

5- LA POSESIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Quizá diga alguien que nuestra quinta prueba está contenida en la cuarta, por cuanto el hecho de poseer un ejemplar de la Biblia en mi lengua materna es, en realidad, el Espíritu Santo hablándome en mi idioma nativo. Es cierto; pero todavía, por lo que respecta al lector, el hecho de que Dios haya puesto en su mano, o a su alcance, el sagrado Volumen, ese libro de inestimable valor, las santas Escrituras, es una prueba más de que está a favor de él, de que Dios es por él. Pues, ¿cuál es el motivo por el que no fuimos dejados en la ignorancia y en completa oscuridad? ¿Por qué fue puesto en nuestras manos el libro divino? ¿Por qué puede decir cada uno que ha recibido un favor tan grande? ¿Por qué no fui abandonado a vivir y morir en la ceguera del paganismo? ¿Por qué se permitió a la lámpara celestial arrojar sobre mí —sí, sobre mí— sus preciosos rayos? ¡Ah! La respuesta es: «Porque Dios es por ti». Sí, por ti, a pesar de tus muchos pecados; por ti, a pesar de tus olvidos, tu ingratitud y tu rebelión; por ti, aunque como tú bien sabes, no puedes dar ni una sola razón por la que él no debiera estar contra ti. Entregó a su Hijo desde su seno, lo quebrantó en la cruz, lo resucitó de entre los muertos, envió desde lo alto al Espíritu Santo y puso en tus propias manos su bendito Libro; todo ello para mostrarte que está por ti, que su corazón está dirigido hacia ti, que desea vehementemente tu salvación. Y te rogamos que tengas en cuenta que no puedes decir, ni te atreverás jamás a decir: «No podía entender la Biblia; estaba fuera de mi alcance; estaba llena de misterios abstrusos que no pude comprender, de dificultades que no pude resolver, de discrepancias que no pude conciliar, y cuando me volvía hacia los que profesaban ser cristianos, los hallaba divididos en innumerables denominaciones y en interminables escuelas de doctrina. Y, no sólo eso, sino que vi tanta superficialidad, tan gruesa inconsecuencia y tan flagrante contradicción entre la profesión y la práctica, que me sentí forzado a abandonar todo lo referente a la religión, con unos sentimientos mezclados de perplejidad, desprecio y disgusto». Esas objeciones no podrán tenerse de pie el día del juicio, ni te preservarán de caer en el lago que arde con fuego y azufre. Recuerda esto y pondéralo profundamente. No permitas que te engañe el diablo ni tu propio corazón. ¿Qué le dice Abraham al rico de Lucas 16? “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”. ¿Por qué no replica el rico: «No los pueden entender»? No se atreve. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario