DIOS POR NOSOTROS: Capítulo 2

1-EL DON DE SU HIJO La primera gran prueba que vamos a presentar es el don de su Hijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Nos alegra, por varias razones, comenzar nuestra serie de pruebas con esas palabras memorables. En primer lugar, solucionan una dificultad que podría ocurrírsele a un lector angustiado: una dificultad basada en que la frase extraída de Romanos 8:31 se aplica fundamentalmente a los creyentes, y únicamente a ellos, como es el caso de toda la Epístola y de cada una de las Epístolas.Pero, bendito sea Dios, esa dificultad se desvanece frente a las alentadoras palabras —que incluyen a todos— de Aquel que habló como jamás ha hablado hombre alguno. Cuando tenemos de labios del propio Señor nuestro, el eterno Hijo de Dios, palabras como éstas “De tal manera amó Dios al mundo”, no queda ningún fundamento para poner en tela de juicio su aplicación a todos y a cada uno de los que van incluidos en el vocablo “mundo”. Antes de que alguien pueda probar que el amor generoso de Dios no se aplica a él, tiene que probar primero que no forma parte del mundo, sino que pertenece a otra esfera de seres. En efecto, si nuestro Señor hubiese dicho «De tal manera amó Dios a una porción del mundo», sea la que fuere, entonces sí que sería absolutamente necesario probar que pertenecemos a esa clase o porción especial, antes de intentar aplicar a nosotros mismos Sus palabras. Si hubiese dicho que Dios amó de tal manera a los predestinados, a los elegidos o a los llamados, entonces habríamos de buscar nuestro lugar entre los tales, antes de apropiarnos de la preciosa seguridad del amor de Dios, según se ha mostrado en el don de su Hijo. Pero nuestro Señor no usó esa cláusula restrictiva. Se está dirigiendo a alguien que, desde su infancia, había sido instruido y acostumbrado a tener un punto de vista muy limitado acerca del favor y la bondad de Dios. A Nicodemo le habían enseñado a considerar que las riquezas de la bondad, el amor y la entrañable misericordia de Jehová sólo podían fluir dentro del estrecho vallado del sistema judío y de la nación judía. Continuará...

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