EL MINISTERIO DE CRISTO Capítulo 1

INTRODUCCION (Éxodo 21:1-6; Juan 13:1-10; Lucas 12:37) “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Es muy necesario, amados hermanos en Cristo, apartar ahora nuestros pensamientos del servicio y la obra que hacemos para el Señor, a fin de llenar nuestros corazones del servicio que él cumple para nosotros. Y no supongáis que con esto quiero debilitar en alguna medida el deseo de ningún corazón de esta asamblea por trabajar para Cristo, cualquiera sea la esfera de actividad que él haya abierto para cada uno de vosotros o el don que haya repartido a cada uno. Todo lo contrario; lo que deseo, en realidad, es estimular a cada uno de vosotros a hacer valer el talento que le ha sido confiado. Mas, ¿no es cierto —y ello está confirmado tanto por la experiencia como por la observación— que demasiado a menudo estamos tan ocupados con nuestra obra y con nuestros servicios, que nuestros corazones pueden llegar a perder de vista lo que Cristo es para nosotros en su maravilloso carácter de siervo? Aquí aprovecho para decir que el tema que me propongo abordar a continuación es el Señor Jesús como siervo de las necesidades de su pueblo. Los pasajes leídos nos introducen en esta línea de pensamiento. El Señor Jesús es el siervo de todas las necesidades del alma en cada fase de la vida, de principio a fin: tanto en las profundidades de nuestra ruina y degradación moral como pecadores, como en todas nuestras debilidades y fracasos como santos; y así lo será día a día, hasta que nos haya introducido en el gozo de su propio reino. Y sus servicios hacia nosotros no terminarán allí; pues, como lo leemos en Lucas 12:37, se ceñirá y nos servirá aún en la gloria. Vemos pues que su obra de siervo se extiende al pasado, al presente y al porvenir, y abarca todos los períodos de nuestra historia. Él nos sirvió en el pasado, nos sirve al presente y nos servirá por siempre. Y permítaseme decir aquí que la línea de verdad que voy a presentaros es de carácter enteramente individual. En otra ocasión hemos hablado de la verdad con respecto a nuestra condición y carácter corporativos, y, en consecuencia, me siento en esta oportunidad con tanta más libertad para considerar lo que atañe más a lo personal, es decir, para hablar de la verdad que se relaciona directamente con la condición y las necesidades personales de cada alma. Y os pediría que predispongáis vuestros corazones, por la gracia, en toda simplicidad y con seriedad, para considerar sin distracciones ni desvíos nuestro tema: Cristo, siervo de las necesidades del alma. Continuará...

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