EL MINISTERIO DE CRISTO Capítulo 7

1- EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL PASADO Ahora, amados, si abrimos el libro del Éxodo en el capítulo 21, leemos lo siguiente: “Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre” (Éxodo 21:2-6). Aquí tenemos, pues, una de las sombras de los bienes venideros; una sombra o figura del verdadero Siervo, el Señor Jesucristo, ese Bendito que amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. El siervo hebreo, tras haber servido a su amo el tiempo que marcaba la ley, era perfectamente libre de marcharse; pero él amaba a su mujer y a sus hijos, y eso, además, con un amor tal que le llevó a renunciar a su propia libertad. Él demostró su amor por ellos al sacrificarse a sí mismo. Bien podía haberse marchado y haber disfrutado de su libertad; pero, ¿qué habría sido de ellos? ¿Podía dejar en pos de sí a estos objetos de su afecto? ¡Imposible! Los amaba demasiado para elegir ese camino, y, en su amor por ellos, marchó resueltamente hacia el poste, donde, en presencia de los jueces, su oreja sería traspasada en señal de su servicio perpetuo. Esto sí que era amor. No podía haber ninguna duda al respecto; y, cuando la mujer y los hijos de este siervo fiel dirigían sus miradas hacia esta señal indeleble de la servidumbre perpetua, podían comprender cuán profundo y poderoso era el amor que dimanaba del corazón de ese siervo. continuará...

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