EL MINISTERIO DE CISTO Capítulo 27

3- EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL FUTURO Ellos dirán: «Nuestro Amo está por regresar, debemos velar y tener todo en orden y en regla para cuando llegue.» Así debiera ser. Pero ¿no hay algo más profundo y elevado que esto? ¿No hay en la casa algo que responda al corazón de este jefe de familia ausente? ¡Seguramente que sí! Está el afecto vehemente de una esposa que vela, que espera, que vive pendiente del retorno de su marido, y sin la cual la casa mejor ordenada sería una morada pobre, fría y sin atractivo para quien haya de regresar. Lo mismo ocurre —estad seguros de ello— con nuestro amado Salvador ausente. Él aprecia sobre todo los afectos y los suspiros de nuestro corazón por ver su faz, un corazón que experimenta algo del sentimiento que animaba a Mefi-boset cuando le dijo a David: “Deja que él las tome todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa” (2.º Samuel 19:30). ¡Oh, amados, cultivemos más este sentimiento; examinemos si somos de aquellos que aman la aparición de nuestro adorable Señor y Salvador! ¡Que el clamor de nuestros corazones sea continuamente “¿Por qué tarda su carro en venir?” (Jueces 5:28)! Y ahora, hermanos, quiero preguntaros: lo que acabamos de exponer ¿nos llevará a un relajamiento en el servicio? Al contrario, es eso lo que le dará un verdadero impulso y comunicará un santo perfume a la obra más pequeña y al acto menos importante que podamos hacer. Mientras que, cuando falta este profundo afecto personal por Cristo, el servicio más pomposo y altisonante a los ojos de los hombres, es considerado como nada para el corazón de Jesús. Las dos blancas que echó la viuda en el arca de las ofrendas eran más preciosas para Jesús que las más ricas ofrendas que podían echar los indiferentes donadores. Mostradme un corazón que vele por Cristo, y yo os mostraré un par de manos ocupadas en el servicio para él. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario