EL MINISTERIO DE CRISTO Capítulo 17

2- EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL PRESENTE Pero si me sustraigo voluntariamente de esta acción, si temo enfrentar la Palabra de Dios, ¿cómo puedo gozar de la bendita comunión con Dios? Y aquí, queridos hermanos, no hablo de ignorancia de la Palabra de Dios. El Señor soporta una asombrosa cantidad de ignorancia en nosotros, mucho más de lo que podríamos soportar unos a otros. No me refiero ahora a la cuestión de la ignorancia. Permitidme hacer una pequeña digresión. Unas pocas semanas atrás, una joven ingresó a este recinto, y se sentó en uno de estos bancos. Estaba vestida conforme a la moda de este mundo: su cabeza adornada con plumas y flores, y sus dedos con joyas. Su corazón estaba lleno de vanidad e insensatez. Pero aquí la gracia de Dios, la gracia libre y pura de Dios, la encontró. La flecha de la convicción divina alcanzó su alma. Su corazón fue quebrantado bajo el poder de la Palabra, en manos del Espíritu Santo. Ella fue conducida al arrepentimiento para con Dios y a la fe en el Señor Jesucristo. En una palabra, fue salva ahí mismo y entonces, y se retiró del lugar con el gozo de la salvación. Este gozo continuó por varios días. La joven quedó embelesada con el tesoro que acababa de hallar. Nunca pensó en sus plumas, en sus joyas ni en sus vestidos. A la verdad, ella siguió vistiéndose y adornándose así, simplemente porque todavía no veía nada de malo en hacerlo. Todavía no sabía que hubiese tan siquiera una línea en la Palabra de Dios que tratara esas cosas. Hermanos, permitidme recordaros que debemos estar preparados para hacer frente a casos como éste. Me temo que algunos de nosotros no tengamos sino poca paciencia y sabiduría para tratar con casos de esta naturaleza. Nos apresuramos demasiado por emprender lo que podría llamar «el proceso del despojamiento». Es un error. Debemos dar tiempo para que las virtudes del reino de Dios se desarrollen por sí solas. Debemos guardarnos de reducir la asamblea cristiana a un lugar donde se ha de adoptar un determinado uniforme. Continuará...

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