EL REMANENTE Capítulo 11

1- EL REMANENTE EN LOS TIEMPOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO Leamos algunos versículos: “En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable... ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda... Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o lo cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová” (cap. 1:7, 10, 12, 13. Véase también el cap. 3:5-9). ¡Qué deplorable estado de cosas! Contemplarlo nos llena de tristeza. La adoración pública de Dios, despreciada; los ministros religiosos trabajando sólo por un salario; venalidad y corrupción involucradas en el santo servicio de Dios; toda suerte de depravación moral practicada por el pueblo. En resumidas cuentas, era una escena de profundas tinieblas morales, en extremo desalentadora para todos los que velaban por los intereses del Señor. Y, sin embargo, en medio de esta terrible escena, tenemos una muy conmovedora y exquisita ilustración de nuestro tema. Como siempre, no deja de haber un remanente, una pequeña compañía de fieles que honraba y amaba al Señor, y que halló en Él su centro, su objeto y su deleite. “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (cap. 3:16-18). ¡Cuán bello es todo esto! ¡En qué contraste se halla con el estado general de las cosas! Si recorremos toda la historia de la nación de Israel, no encontraremos nada semejante. ¿Dónde leemos que fuera “escrito libro de memoria delante de Jehová”? Solamente aquí. No encontramos nada de ello ni siquiera durante las brillantes victorias de Josué y de David, ni tampoco en los esplendorosos días de Salomón. Puede alegarse que ello no era necesario. Continuará...

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