EL REMANENTE Capítulo 2

1- EL REMANENTE EN LOS TIEMPOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO En el capítulo 30 del segundo libro de Crónicas tenemos el confortante y alentador relato de la Pascua celebrada en los tiempos de Ezequías, cuando la unidad visible de la nación no existía más y cuando todo estaba en ruinas. No citaremos todo el pasaje, por interesante que sea, sino que sólo leeremos las líneas finales en relación con nuestro tema: “Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén” (v. 26). Aquí tenemos, pues, una hermosa ilustración de la gracia de Dios reuniendo a aquellos de entre su pueblo que reconocieron su fracaso y sus pecados y asumieron su verdadero lugar de humillación en Su presencia. Ezequías y aquellos que estaban con él estaban plenamente convencidos de su pobre condición y, en consecuencia, no se atrevieron a celebrar la Pascua en el mes primero. Ellos se valieron de las provisiones de la gracia, como aparecen en Números 19, y celebraron la fiesta en el mes segundo. “Porque una gran multitud del pueblo... no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario. Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo” (v. 18-20). Vemos aquí la gracia de Dios reuniendo —como lo hace siempre— a aquellos que confesaron sinceramente sus fracasos y su debilidad. No había allí ninguna arrogancia ni pretensión, ninguna dureza de corazón ni indiferencia. Continuará...

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